El día que Nómadas diseñó in situ una ruta polifacética

No sé si anunciaban alerta naranja, roja o amarilla..., el caso es que la que se armó porque a golpe de 28 de mayo, al parecer iba a caer poco menos que el diluvio universal... Tengo que confesar que nunca había visto las previsiones del tiempo como en los días anteriores a la salida, bastante descolocada con las diferentes reacciones, o más bien por la falta de ellas, del personal Nómada. Amén de que teníamos dos bajas por garganta y otitis no sabíamos si finalmente habría salida dada la poca actividad en el watsap grupal pronunciándose. Por encima..., anulábamos por tercera vez consecutiva la salida a los Cañones del Sil... En fin!, que en bastantes peores nos hemos visto y esta salida parecía poco menos que el Apocalipsis final a pocos días del encuentro. Será por las múltiples jornadas de lluvia que sin embargo nunca nos impidieron salir y aquí estamos y seguimos... También es verdad que a finales de mayo como que apetecer que llueva pues no apetece, con lo cual casi todo era una incógnita...



El día anterior a la salida yo tenía un cumpleaños en Pontevedra, y a golpe de jueves no teníamos nada organizado, con lo cual echamos mano de los múltiples recursos Nómadas en las que ofrecimos hasta tres alternativas de pateada, y sería la de Pedornes la que en esta ocasión nos guiaría por tierras de Baredo y de Baiona, gran acierto porque resultó ser un sábado de buenos encuentros, de tiempo agradecido, de calor soleado, y ya sería a última hora de la tarde cuando la lluvia apenas asomó, como para complacer a la previsiones climáticas. Así que el diluvio universal se quedó en una simple anécdota (Ya ves!)
Recuerdo que envié un watsap grupal con una explicación de un libro muy interesante de psicología que habla de la adaptación al cambio, y que Nómadas ha sabido fluir a través de estos años con esa premisa, somos flexibles, nos adaptamos, le damos importancia a lo importante que viene siendo el espíritu grupal que nos vincula, así que terminé diciendo que seríamos los que fuésemos, sin más, y es que pensé que muy probablemente sería un día magnífico, seguro que al menos, no defraudaría. Y vinimos siendo ocho (buen número!) más una preciosa acompañante canina, joven y juguetona, ajena a las previsiones climáticas y feliz por la oportunidad de recorrer camino.
Por primera vez y fluyendo con esa premisa de adaptación, se nos presentaba una nueva modalidad pues resolvimos hacer una pateada corta por la mañana, ya que al parecer llovería a chuzos, y comer en Baiona en una cafetería de la plaza de abastos ya que venía un pizzero con espíritu italiano en el alma y en las manos que al parecer haría las delicias de los paladares Nómadas, como así fue, muy ricas y deliciosas. Para después seguir pateada por los entornos del parador, así, en plan Nómadas-guiris-urbanitas-sosegad@s paseantes (quien nos ha visto y quien nos ve!, jaja!), porque digo yo..., para todo hay ocasión y la mejor ocasión es cuando vives el momento, y si lo vives a gusto, en buena compañía, con alma de equipo, con decisiones conjuntas, en óptima armonía..., pues quien pide más?...
La pateada empezó y terminó en la Iglesia de Baredo, entorno lindo y tranquilo, soleado, con l@s Nómadas descansad@s pues por encima se nos dió por quedar a las once de la mañana, nada de madrugones en este día! (ya que había diluvio universal!) Vinieron tres de Pontevedra, una de Bueu, otra de Cangas, dos de Vigo y nuestra guía y anfitriona con su amor canina, de Pedornes. Poco a poco íbamos alejándonos de la civilización para abrirnos a las bondades de un ascenso ni fuerte ni escaso que iba mostrando prados llenos de xestas floridas en una primavera en la que el amarillo es respiración y alegría. Vistas maravillosas al horizonte marino, extenso, dónde las olas chocan contra los penedos marinos y dónde tienes la oportunidad de extender las alas de la libertad caminante.
No fue muy larga, corta tampoco, fue más bien un encuentro con ganas de respiraciones conjuntas. Fue un mantenimiento de la salida y fue también una fluidez cambiante en la que íbamos decidiendo sobre la marcha. Fue un kit-kat en el camino en el que quienes asistimos encontramos intereses mutuos y motivos para seguir asistiendo. Pero sobre todo fue un mantenimiento caminante que hoy con ocho más una, otras veces más y otras también menos, seguimos eligiendo como opción que nos motiva a compartir pasos que van más allá del camino.
Jornada estupenda, atípica, nunca extraña porque nos anima la confianza. Y así, pasito a pasito..., una más en nuestro haber!

Que no nos falte el camino porque es en él dónde encontramos las muchas facetas y bondades que la naturaleza que nos acoge generosamente nos regala, para nuestra alegría y mayor bien...

S., mayo 016


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