Un tren transportando algo más que pasos


"Me apetece mojarme, llenarme del camino, patear sin treguas complicadas, no más que aposentarme en la sencillez de recibir la limpieza del agua mojando mi cara.

Me apetece vestirme de Caminante Acuática, con el gorro de lluvia, con el pantalón de aguas. Tal vez lleve el paraguas como complemento útil o de improvisado bastón.

Me apetece camino de pasos contínuos, apurados, relajados. Quiero mimar el suelo con la pisada, adherirme a la tierra, agarrar con los pies al alma. Quiero mojarme y que el viento me sacuda hasta las entrañas mientras anima al espíritu a seguir haciendo marcha.

Me apetece silencio, camino y calma, sentir a la Caminante Heroica, saludar a la Caminante Vital que me llama.  Compartir con otros Caminantes de la Vida las huellas que dejan el rastro de aquellos que no pasan de puntillas por la tierra que tanto entrega con una sonrisa callada".

De fraga a fraga y tiro porque me toca

 
Imágenes de Juan
Amanecía un sábado Nómada más. Me tenía tranquila la ruta puesto que en esta ocasión sería por los perímetros de "casa" como quien dice, porque ya la habíamos hecho y sobre todo porque no había podido revisarla, así que me dije que en caso de perdernos sería cuestión de volver a encontrarnos en el buen camino fácilmente. La ruta sería lineal así que cinco quedamos en el punto de llegada con los coches para enfilar en uno hacia el punto de salida, dónde quedamos con el resto.

Fotos de Juan de la última salida Nómada

Una tanda más de múltiples imágenes para el recuerdo, gracias amiguiño.

P.D......, ya nos contarás un día ese afán tuyo por posar de "penitente", jajajaja....


Verde lluvia

Divisar el valle desde lo alto sigue aportando lo mismo. Natura sonríe vislumbrada la disposisición a aceptar la bienvenida. La misma promesa que hoy se viste de lluvia de colores nítidos aún entre nieblas tornándose físicas, paseantes, caminantes del cielo por la tierra entre nubes. Ascenso a la montaña segura de tocar el cielo en los pasos que caminan tierra mojada de verde lluvia.

Imágenes de Juan de la última salida Nómada

                                              Fotografia
Permitidme honrar a los Nómadas con nombre                                   y sin apellido
 http://plus.google.com/photos/100030737103496112422/albums/5937191929473179841?authkey=COr4iejPu-DdeA

Ponte de Lima - Rubiaes. Cinco Nómadas en el camino y una más


¡Uy lo que llovía a las ocho y media de la mañana cuando salía por la puerta vestida de caminante y más que dispuesta a vivir una nueva jornada Nómada!, en lo que fue un sencillo y corto tramo hasta el coche y ataviada con ropa de aguas ya estaba mojada antes de ni tan siquiera haber llegado al punto de encuentro. Me dije como tantas otras veces que son las cosas del camino, éste suele ponerle pruebas al caminante que aún diluviando decide salir a compartir algo más que pasos; suele ocurrir que acaba superando una jornada de lluvia con la mejor de las notas, una sonrisa satisfecha.

Unha que camiña

                                                 Xenerosidade da terra
A creación dalgunhas crónicas, non sei por qué, destacan no sentimento cun toque especial sobre outras. Non sei se ten que ver cun estado de ánimo sentido ou cunha tarde de choiva fría mentres sinto os pes enfundados nuns calcetíns quentiños, o certo é que de toda-las oportunidades que foi ofertando o día a oportunidade agora é para recrearme na lembranza dunha xornada sendo Caminhante con e entre os Caminhantes.

Inolvidable despedida Nómada al verano 013

Si me dicen hace un tiempo que habiendo salida ni me he ocupado de, tan siquiera por prudencia, echarle una visual a la hoja de ruta hubiera contestado rotundamente que eso era del todo imposible para mí. Y ahí estaba yo a las siete y media de la mañana preparando lo necesario para pasar un día Nómada en La Illa de Arousa absolutamente ajena a cualquier otro tipo de preparación y feliz porque teníamos a un compañero dispuesto a hacer las veces de guía sin más ocupación por mi parte que la de dejarme conducir sin dejar de apoyar.  Con esta nueva salida gestaríamos las situaciones venideras, hoy teníamos cosas importantes de las que hablar como grupo.

El Camino de Ber

Hola amig@s.
Aquí quedan las imágenes capturadas desde la visión de este gran caminante como es el amigo Bernardo; lindas perspectivas que transportan al camino, y recuerdos gratos de esta misma trayectoria en alguna de sus fases, la Vía de La Plata, realizada por los Nómadas años ha, en la que tanto Ber como ésta que escribe compartieron camino, experiencias, vivencias, cervecitas frescas y amistad.

O día en que nos convertemos en camiñantes desbrozadores





Eu saía ao caminho a probar as miñas forzas e a miña musculatura debilitada. A proposta dos amig@s Calcorreir@s era unha opción estupenda para eses menesteres, amén de que dábame a oportunidade de voltar a velos e compartir pegadas e moito máis xuntos. A zona pola que sería a pateada era ben coñecida por mín, con sombras nun día que se presentaba moi caluroso, á beira do río Barbantiño, sen dificultades cos desnivéis, longa e coa posibilidade de rematar cansa e satisfeita, sen complicacións máis que nalgún que outro tramo máis pechado pola falta de uso.

Sanfíns, un ano máis

E chegou o día, ou máis ben a noite. Traspasábamos a fermosa entrada a Sanfíns cinco afectos á tardiña despóis dunha odisea estilo "S.", cousa que a ninguén lle sorprende a estas alturas, ou sexa, perdéndonos, para atoparnos de novo, sempre. Nunca tiven problemas para saír de Sanfíns, o que se dí chegar, por unhas cousas ou por outras o caso é que nunca chego polo mesmo camiño; desta vez a odisea foi das gordas, simpáticas, arrincounos risas e ata houbo algún momento que ficamos sen respirar metendo o coche por un camiño tan estreito que metía medo para rematar por unha pista en pleno monte onde a única referencia que tiña é a que teño sempre, que son quen de mirar máis alá e aínda que pareza increíble, nin sabendo moi ben cómo sempre estou ubicada.

Sanfíns, entrada á substancia do tempo

Próximo reencontro en Sanfíns o 27 de xullo; non hai palabras que poidan expresar con fidelidade as sensacións que se viven alí. Moito escribín sobre este lugar que ocupa un recanto moi especial no meu corazón, e hoxe aínda ben que comezei a escribir, a medida que ía insertando as imaxes pregunteime se non sería mellor calar porque hai momentos e situacións nas que as palabras fican insuficientes ante tanto esplendor de natura; e resulta que coma conclusión a falta de un, dous textos, o segundo escrito por Manuel Gago, xoia escrita que atopei na procura de imaxes que ilustrasen o meu texto e que xurdiron vía internet. A pesar de tanta beleza falando por sí mesma finalmente pensei que as palabras tamén son importantes e teñen a súa razón de ser.

Fotos de Juan de la última salida Nómada

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Gracias Juan por las imágenes.

Día tranquilo y de familia escogida a lo largo de las orillas del río Tea.

Jornada que finaliza a las nueve de la tarde noche y cena enxebre en casa Muxicas, no concello de Salvaterra.

Que no nos falten los caminos ni los compañeros en el viaje.

S., junio 013

Entrimo con Caminhantes, gratos encuentros


Fotos de Marcos

Tras un viaje ameno hasta Entrimo pasando por Castro Laboreiro llegamos los cinco primeros Caminhantes, los únicos que pernoctarían esa noche ya que los demás irían llegando al día siguiente pues la hora de salida para patear eran las diez de la mañana.

Dejamos nuestras cosas en las habitaciones y salimos a dar una vuelta por el pueblo con la intención de estirar un poco las piernas y de encontrar un sitio dónde nos diesen algo de cenar. Una vez cenados nos entretuvimos en buscar algún lugar dónde tomar un café antes de retirarnos y acabamos en un café con un ambiente de día y otro bien diferente por la noche, con su bola de discoteca, su cartel de karaoke y su música pachanguera entre cumbias mezcladas con música folklórica portuguesa ( notándose la influencia de la frontera con Portugal ) y canciones del año catapum chin pum.

Tres eran tres siendo uno en el camino


Todavía me dura en lunes una resaca entre cansada y feliz de un día caminante en domingo, y es que había quedado para hacer labores exploratorias con dos de los más grandes entre los grandes caminantes después de un tiempo en el que aunque no he dejado el camino sí ha variado el ritmo de mis pasos en y por él por distintos motivos. Ésta sería una pateada que me serviría para ver como estoy de fuerzas y fondo físico de cara al fin de semana que viene en el que me voy a Entrimo, y aunque recibiría algún que otro vacile que me " picó " ésta que escribe estuvo digna y todavía tiene muchos caminos por delante para disfrutar y recorrer.

Fotos de Juan de la salida del sábado

¡Uau Juan!..., ¡que bonitas!. Precioso reportaje del día, gracias, amigo. Un abrazo.

Gracias Óscar por ofrecernos esta linda ruta llena de paisajes tan abiertos y generosos.

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Caminando por las nubes

Hacía un tiempo que no caminaba por las alturas y cuando amanecí el domingo sabiendo que me esperaba una ruta montañera preparé ropa y mochila con la alegría de la que sabe que va a caminar por las nubes.

Llegaba a lo alto de Puxeiros y ya estaba uno de los compañeros tomando café y leyendo el periódico; nos dimos un buen abrazo pues aunque habíamos compartido una cena entre amigos hacía pocas semanas, hacía mucho más que no caminábamos juntos. Poco más tarde llegaban dos más, una de ellas la única compañía femenina que tendría pues esta jornada la energía masculina sería presencia destacada ya que tres chicos más nos esperaban pasado el puente de Salvaterra para enfilar todos juntos hacia los maravillosos entornos de La Peneda, lugar que siempre me ha entregado experiencias inolvidables tanto por la belleza del entorno como por ese clima tan particular que tanto te puede ofrecer una marcha muy placentera como sufrida dependiendo del tiempo y la temperatura que haya ese día.

Hoy el clima y la temperatura acompañaban. Un sol justo y una brisa suave. Empezaríamos ascendiendo y para mí era una oportunidad de resarcirme de esa misma ruta, la última vez que la hice llovía tanto y hacía tanto frío que ni pude disfrutarla y lo pasé francamente mal; no llevábamos más de diez minutos caminando cuando nos encontramos con una perra pastora autóctona que decidió acompañarnos, por eso de equilibrar un poquito las energías femeninas, así que todos le dimos la bienvenida y continuamos camino tras darle alguna que otra carantoña.

Ascenso prolongado que medía nuestras resistencias y fuerza, la respiración y el deseo de llegar a un altiplano que nos regalaría vistas que sólo puede apreciar el caminante. Lo primero que contemplamos fue montaña y cielo, a las vacas paciendo tranquilas, a los terneros descubriendo su entorno; nuestra perra viajera, como buena pastora que es, se dedicó a movilizar a las vacas y a despejarnos camino mientras sólo escuchábamos el sonido de nuestros pasos entre tanto pacífico silencio.

Había hambre así que pronto paramos a comer, no debíamos llevar caminando más que hora y media. Elegimos un lugar recogido entre asientos pétreos y cada uno fue sacando sus viandas; descubrí lo que es comerse una ensalada con una navaja ya que me olvidé el cubierto en casa, y uno de los compañeros descubrió lo que es darle de comer a la perra antes de tiempo, acabó zampándose la mitad de su bocadillo.

Seguimos caminito hacia Chá da Matança, queríamos llegar a lo alto del geodésico pues allí las vistas invitan a quedarse un rato tras una subida en la que los penedos invitan a escalarlos y a jugar entre saltos mientras pasas de la condición humana a la de cabrita. Uno de los compañeros quiso subirse a lo alto del geodésico y gritar la tan famosa frase de: " Soy el rey del mundooooo " y aprovechamos para hacernos la foto de grupo por eso de que no se diga que no pasamos por allí.

Nos esperaba un descenso bonito y digno hacia El Santuario de Nossa Senhora da Peneda, entre vistas majestuosas, caminos viejos empedrados, colores primaverales y aires limpios que despertaban los radares y los sentidos del caminante. Fue en ese descenso en el que uno de los compañeros tuvo una caída bastante desafortunada, el desnivel es importante y quedó bastante perjudicado aunque pudo seguir camino aguantando estoicamente las molestias.

Tuvimos nuestro momento de sesión fotográfica en plan conjunto musical, en concreto unas cuantas del trío lalala mientras los fotógrafos se lo pasaban pipa disparando sus objetivos a tres lunátic@s decorados y beneficiados por un entorno precioso en el que cualquier imagen vale más que todas las palabras, al que desde luego las fotos que saca mi humilde móvil no le hacen justicia.

Llegados a La Peneda paramos a tomarnos las cañitas de rigor. Todavía nos quedaba una subida linda acompañados de las aguas cantarinas del río Peneda, de tramos de sol y de sombras que se agradecían. Nuestra perrita viajera no quería acompañarnos y no sabíamos por qué, queríamos dejarla en el lugar en el que la encontramos aunque se la veía buena conocedora de la zona y que no estaba perdida. Pronto entendimos el por qué, al pasar por una casa un paisano la llamó por su nombre: ¡Diana!....El pobre animal se encogió de miedo, el rabo entre las piernas, no queriendo ir hacia el dueño. Aunque todos sabíamos lo que le esperaba y lo lamentamos esperamos a que el hombre llegase hasta nosotros y recogiese a la perra para llevársela; no era la despedida que hubiésemos deseado de esta compañera de aventuras aunque la vida ofrece también esas cosas a veces.

Proseguimos nuestro camino. Volvíamos a ser siete.

Fue en esa subida cuando me ocurrió algo que todavía hoy me parece increíble. De repente trastabilleé, quise recuperar el equilibrio y caminé varios pasos sin entender lo que ocurría, no podía equilibrarme y me dejé caer lo mejor que pude arrastrándome por el suelo. Fue una caída dolorosa, me senté y fue entonces cuando ví lo que había ocurrido: El cordón de mi bota izquierda se había enganchado en la bota derecha con lo cual quedé literalmente atada, aprisionada. Mis compañeros intentaron separar el cordón y aquello estaba tan prendido que tuvieron que hacer mucha fuerza para separarlos. El resultado físico del golpe fueron mano y brazo derechos con rasguños más aparatosos de lo que eran en realidad por la sangre, y rodilla izquierda que esa sí que hay que atenderla. Aventura que se saldaba con dos caminantes heridos, y es que esas cosas también ocurren en el camino, afortunadamente no ha habido nada que lamentar y también pude continuar pasos.

Llegada a los coches y decisión de ir a cenar al mítico Stop, todos menos el compañero que se había caído pues su único deseo era tomarse una ducha y acostarse tempranito, ya había tenido más que suficiente con la jornada y prefería retirarse. Así que los seis restantes nos fuimos a cenar, yo pensaba que un arroz malandro, ellos tenían claro que se zamparían unha robalinha grelhada, así que la única que se mantuvo fiel al malandrinho fue esta que escribe que se zampó el contundente plato sin la más mínima sensación de culpabilidad.

Pronto la sobremesa empezó a levantar bostezos y deseos de llegar a casa, así que despedida y cada ovejita a su redil; yo me preguntaba cómo llegaría a casa, si me pusiesen en ese momento una cama allí me quedaba, había sido un fin de semana intenso en el camino y tocaba darle descanso al cuerpo y a las emociones sentidas.

¡Y que no nos falten los caminos ni las experiencias compartidas!.

S., mayo 013

El disfrute de un día caminante pacífico

Día fantástico a cinco bandas en el camino. Estamos en fases en las que la amistad prevalece, tenemos a uno de nuestros incondicionales lesionado y estamos escogiendo rutas sencillas y preferiblemente sin mucho desnivel, así que se presentaba una jornada tranquila y favorecedora de otras actividades paralelas, como retomar algo con lo que nació Nómadas, la oportunidad de crear espacios respiratorios, contacto con la naturaleza a través de la parada y el silencio, algún que otro ejercicio en el medio del camino y por supuesto terminar sí o sí con estiramientos.

El guía en esta ocasión fue Óscar, ofreciéndonos una ruta que un compañero de Caminhantes ayudó a marcar por ser gran conocedor de la zona y por ser vecino del lugar, Saians. Como la ruta en concreto era muy larga para nuestros planes de solidaridad y mantenimiento en el grupo de nuestro amigo, con algún que otro tramo de asfalto y descensos que no le convienen, elegimos hacer la parte más corta y más bonita, entre rural, monte y unas vistas espectaculares. Dejamos un coche en el Monte Cepudo y volvimos para empezar el recorrido en Saians.

El día prometía lindo y soleado, ni demasiado caluroso ni con nubes cerradas a la vista. El ambiente era de plena confianza y amistoso, favorecedor de las conversaciones abiertas y expuestas, manteniéndonos compactos en el trayecto, disfrutando de los espacios abiertos y de unas vistas al mar que expandían algo más que la visión. Pronto hicimos la primera parada en la que practicar una serie de estiramientos que estoy ideando para un proyecto laboral que tengo en mente en el que incluir apoyos, en este caso unos penedos que me servirían para comprobar in situ la utilidad del ejercicio. La verdad es que es un lujo encontrar y favorecer los espacios al aire libre y en plena naturaleza para esta clase de ejercicios, nos divertimos mucho mientras que a la par tuvimos el placer de sentir los beneficios de la práctica.

No nos faltó la compañía inquieta y territorial de dos hermosísimos lagartos grandotes vestidos de verdes intensos y brillantes, una pareja; el macho nos dejó bien claro que estábamos en sus dominios desde su escondrijo que quería que fuese bien visible para nosotros mientras nos sacaba la lengua.

Seguimos caminito hasta dar con una zona de mesas y sombras que no restaban intimidad a pesar de que el lugar se hallaba bastante poblado de personas que habían decidido pasar el sábado entre amigos o entre familia, y allí es dónde decidimos parar a comer y hacer una sobremesa relajada. El día estaba resultando fluido y armonioso, en nuestros semblantes se reflejaba el contento, la placidez, el trato familiar y afectivo, las conversaciones de confianza, los vínculos sellándose alegres, el buen humor y las risas ligeras, en fin..., que lo único que faltaba allí era un bar, bar que por supuesto encontramos en Chá de Vito, en el que confraternizamos y nos mezclamos con los lugareños que estaban en plena partida de cartas o de charla en la terraza del bar.

Seguimos nuestro camino vía Monte Cepudo entre aromas a flores, entre tonalidades amarillas en los toxos, entre polvareda y olor a madera y sin abandonarnos la apertura a un mar espléndido con vistas a Bayona, Toraya, Las Cíes, impresionante océano en un día claro que nos regalaba cercanía desde las alturas en las que nos encontrábamos.

Llegada a Monte Cepudo y estiramientos finales que nos dejaron un estado plácido y la sensación de un cuerpo agradecido. Parada en la terraza del restaurante para tomarnos líquidos reparadores y saciantes y decisión de ir a picotear algo a Patos, en donde disfrutamos de los últimos rayos de sol de un día espléndido zampándonos unos calamares riquísimos, una tortilla, unas croquetas de verduritas y un revuelto de ortigas con anchoas en el que todo eran anchoas y que resultó fuertísimo para los estómagos.

Despedida de los Nómadas al albor de una noche de luna llena, agradecidos de que sigan sin faltarnos los bellos y prolíficos caminos en donde expandir ondas y esencias que aligeran al propio camino y que concentran experiencias vivas.

Que nos cunda, amiguiñ@s.

Con afecto,

S., mayo 013

A miña terra

A miña terra esperta e saúda con raios que tremen ao sol de tan tímidos.
Nai amorosa e humilde na súa xenerosidade e abundante na
súa simplicidade. Tras unha noite de tempestades e de ventos
fiumentos o novo día é un berce que mece docemente
tra-la chuvia ao arco da vella que perfila nun novo horizonte
promesas de celebracións asentadas pacíficamente no meu interior.


A miña terra acolle e agasalla panoramas fermosos que invitan
a respirar. Protexe ríos e fragas, montes e mares, indómita
forza que preserva o meu legado animándome a comprender
que o que me ofrece é o que debo de manter para quen
camiña detrás de mín, así como quen me precedeu xuroulle
lealtade aos meus pasos e aos meus beneplácitos nela.


A miña nai é costa e interior, é peixe fresco e vides doces,
a sabor a antergos evocados e lembrados no meu paso
por muiños conservados, é homenaxe nas restauracións
e fala nos beizos dos nenos. Historias de meigas e de
luceiros camiñantes nas escuridades do camiño, é arume
a terra mollada impregnando os sentimentos.


É creatividade ao descoberto e limpeza nas meixelas
nas que se dilúen as gotas de auga lavando amarguras
cando caen tan miudiñas que síntense tenras. É bravura
con determinación e sentimento " jerrilleiro " cando atacan
a súa compostura. É forza da natureza defendendo os
seus espazos indómitos, é doce nas súas entregas.


¡A miña terra, a miña terra, qué ledicia
pertencer a súa esencia, qué bonito camiñar
na súa estela, qué manto me protexe durmindo
baixo a súa lúa e as súas estrelas, qué privilexio
amencer baixo a súa cantiga titiriteira!
Orgullo son baixo a súa infinita, namorada e protectora beleza.




S., 17 de maio de 2013, Día Das Letras Galegas

Día Das Letras Galegas, homenaxe a Roberto Vidal Bolaño

Escritor e dramaturgo polifacético, nunca esquecerei cómo e de qué xeito as súas verbas transportaron emocións de suspiros que impactaron directamente no meu corazón lendo a súa obra e máis tarde admirando, recreando e vivindo transportada en imaxes que me souberon a auténtico eses films tan entrañables como foron e son " A lingua das Bolboretas " e a magnífica " Sempre Xonxa ".

Parabéns a todo-l@s que aman a esta nosa terriña meiga, que continúa a mostrarnos e a agasallarnos coa súa máxica beleza a importancia de seres pólas que seguen a alimentar raíces que temos a obriga de ocuparnos en manter e darlle unha continuidade que saiba a legado digno, coma somos nos, éstes que aquí e agora habitan esta terra nai.

S., 17 de maio de 3013

O texto é un poema, un fragmento en realidade, da obra de Vidal Bolaño " Laudamuco, señor de ningures ". Escollín para publicar neste blog unha obra realizada por nenos e nenas orientados por profes interesados na educación e na creatividade de pequenos grandes galegos, por póliñas que seguirán a alimentar raíces que imos construindo e mantendo para que non se esquezan da importancia da terra que nos acolle a todos. Grazas a " Pementeiradas " pola vosa labor de continuidade e de crenza na boa orientación educacional.


Confraternización caminante

Será que el tiempo está tan revuelto que desestabiliza hasta al caminante más avezado, no lo sé, el caso es que me ha dado tanto el sol y tan repentinamente este fin de semana pasado que he acabado postrada en la cama con fiebre, algo que no experimentaba hace tantísimos años que la experiencia me supo a vieja conocida con sabor a novedad. No sé muy bien si es por algo que comí o por insolación, el caso es que acabé con síntomas gripales en primavera y con un estado febril que hacía años que no padecía y que me obligó a permanecer en la cama teniendo que anular todo el trabajo de un día porque sinceramente no podía ni con mi alma; es terrible sentirse sin salud y no tuve otra más que dejar salir a la queja medio en rumores mientras me salía espontaneamente llamar a mi mamá como si fuese una niña pequeña. Será la edad o que una ya no está para todos los trotes, el caso es que no me gusta nada sufrir ese tipo de vulnerabilidad que me dejó tan indefensa como un pajarito y de la que todavía no me siento recuperada aunque afortunadamente pude retomar el trabajo y aquí sigo, de momento torpemente en pié y mejorando.

Ahora que parece que el ser vuelve a su ser, valga la redundancia, todavía débil y con el cuerpo dolorido, me permito recordar un fin de semana en el que se combinaron actividades varias, desde una pateada corta con bar por el medio y papatoria deliciosa y nada conveniente para una cena, a una ruta larga al día siguiente acompañados de unos intensos tonos de sol al que todavía no estamos adaptados con tanto vaivén climatológico y compra de diversos panes que acompañarían a los caminantes en sus viandas.

No pudimos terminar la ruta como yo quería, todavía no tengo la exploración terminada y lo que hicimos resultó ser más largo de lo que calculé en un principio; tampoco era una ruta terminada ya que todavía estamos intentando unir los tramos que vamos explorando durante las últimas cuatro semanas y resulta bastante complicado por ser una población muy habitada, con lo cual el asfalto es cada vez más presente y se anulan cada vez más aquellos caminos a pié que antes unían las poblaciones por medio de senderos pintorescos y todavía rurales. Así que hicimos el regreso acortando y prescindiendo de un tramo que pertenece al camino de Santiago Portugués que pasa por el río Labruja, aunque la pateada nos llegó bien.

Desde la confraternización con hermosísimos caballos a unos cuantos torneos de billar de chicas contra chicos (no voy a decir quien ganó para que los egos no se alteren, ni para los que ganaron ni para quien perdió, quedamos en que tendríamos que revisar las normas básicas del billar americano pues entre tanto cachondeo alguna que otra trampa se coló..., jejejejeje...). Lo único cierto es que todo contacto con la madre tierra es una bendición y si es en buena compañía esta que escribe no podría desear nada mejor.

El entorno no pudo haber sido mejor ni peor, simplemente era el adecuado y el que se favoreció. Tranquilidad, buenas vistas, buen tiempo, horizontes despejados, ánimos dispuestos, buenos caminantes, buenos amigos. Del tema de cocinar y de lavar cacharrada durante nuestra estancia nos encargábamos entre todos con lo cual no fue nada pesado convivir, todo estaba rico rico, desde la compañía hasta el calor de hogar, y desde lo compartido a los momentos personales; pudimos disfrutar de una señora casa acogedora, agradecida y complacida con la vida que se desarrollaba en sus internos y externos, y toda ella a nuestra entera disposición; de una tierra que nos ofreció naranjas y limones casi directamente exprimidos del árbol, de romero y perejil con el que aliñar nuestras comidas, y de un porche en el que degustamos los platos en un ambiente íntimo y relajante que favoreció las buenas conversas y la buena distensión, el ralentí del tiempo y acoplarnos a un ritmo que vivificó nuestras energías aceleradas; aunque pensemos que lo llevamos más o menos bien en nuestro cotidiano cuando llegas a ambientes así te das cuenta de lo vertiginoso que va todo en un día a día cada vez más repleto de imprevistos que ya no cogen ni se pueden colar en la agenda cotidiana.

Tuvimos ocasión de visitar una feria de antiguedades con mucho ajetreo turístico en un ambiente relajado y natural, con mucho verde y agua en el entorno, de disfrutar del folklore popular en unas danzas que me dejaron impresionada con los atuendos, las danzarinas vestían unas polainas blancas muy bonitas que se insinuaban muy sensuales, abriéndose la imaginación hacia tiempos pretéritos cuando de una mujer no se veía más que el tobillo y lo que sería llegar a verlas bailar dando vueltas  mientras se dejaban entrever las polainas y la piel, bueno bueno bueno...., ¡tremenda imaginación!. Y los hombres bailando con esos zuecos tan poderosos, esas figuras tan esbeltas mientras sacaban sonidos que acompañaban la danza con unas castañuelas que le daban ritmo y armonía al baile.

O unas bicicletas antiguas, una de ellas con carrito para bebé incorporado, ¡qué cosas oigaaa!, si es que todo está inventado desde hace tanto tiempo que lo nuevo nos parece original cuando la realidad es que como casi siempre ocurre, todo es reciclado, puro reciclaje. Quise regatearle a un vendedor por la figura de un Santo que me interesaba, no es que me invadiese una vena religiosa, que para nada, sí porque el Santo en cuestión era de mi interés, por raro de encontrar entre tanto Santo habitual, porque aunque es fácil de identificar por su atuendo y pose no lo es tanto encontrarlo en otros formatos y posturas, y porque tenía una cierta antiguedad; el caso es que pedían un precio importante por él que yo no estaba dispuesta a pagar ya que tenía algunos desperfectos que tendría que restaurar, y como no sé regatear y enseguida se me ve el plumero pues no sé poner cara de póker para ciertas cosas y seguro que se me veía el interés y el deseo en la mirada, el vendedor no admitió mi inexperto regateo, así que me quedé sin el Santo, será que así tenía que ser.

Llegada al dulce y acogedor hogar dónde todavía teníamos al tiempo cómplice acompañándonos. Un reto más para una partida al billar en la que todos entramos al trapo. Fue muy divertido jugar por parejas e ir tomándonos cada vez más en serio el juego, elaborando estrategias de ángulos en los que tocar para que entraran las dichosas bolitas, el vacile, las risas, el delicioso vino añejo de porto tan dulce como la miel, alguna que otra infusión por el medio por eso de no perder la partida, ¡jaja!, el placer de ver una estrategia bien elaborada convertida en acierto o la cara de idiota que se le queda a una cuando la bola se va a su bola tapete adelante y los compañeros vacilan con la mejor de sus carcajadas no quedándote otra que unirte a ellas, jajajajaa....

Fin de la velada con la lectura de un cuento para los caminantes y a dormir que mañana es otro día.

El día amaneció lindo y tranquilo, sin prisas por nada más que por dejarnos fluir el resto del tiempo del que disponíamos, que ya no era mucho, había que regresar. Desayuno delicioso y decisión de qué queríamos hacer. No iba a ser patear sino disfrutar del entorno. Las chicas decidimos quedarnos y plantear la comida mientras los chicos se fueron a comprar pan y ensalada para acompañar (esa era la excusa), el hecho era que nos apetecía quedarnos entre chicas y a los chicos les apetecía confraternizar a su manera. Llegaron como gallitos jabándose de lo bien que se lo pasaron hablando con las preciosidades con las que se encontraron mientras se tomaban unas cervecitas mientras las chicas los únicos gallos que escuchamos eran los de los alrededores, jajajaja, eso sí, con un porte envidiable que no defraudaba a ninguna gallina del corral.

Comida bajo la sombra que ofrecía el generoso porche, colándose una brisita ligera que invitaba a la siesta y a una sonrisa de beneplácito mientras piensas y sientes que esto sí que es vida.

Recoger las pertenencias y despedida, no sin antes contemplar la presencia y alegría de un hermoso rododendro en flor recién plantado. Abrazos que se contagian el sincero afecto y promesas de continuidad en el corazón.

Que no nos falte el camino en el cual las presencias son camino y compañía con la que caminar los buenos rumbos.

Con afecto,

S., mayo 013

No quería regresar aquí.....

¿Quien querría marchar del paraíso?

Llegaba un viernes tarde tras una semana intensa en la que apenas tuvo tregua entre tanto estímulo y tanta ocupación. El viaje se le antojó interminable, denso, en el medio de un tráfico de innumerables camiones que parecían reírse de su necesidad pues cuanto más grande era ésta más lenta se le hacía la llegada.

Faltando 15 minutos para la llegada el entorno empezó a cambiar y con él su propio desasosiego, dándose un cambio de ritmo espontáneo que inmediatamente le aportó una sensación de la tan añorada calma en su más refinada cualidad. Se encontró la puerta de entrada abierta de par en par y un recibimiento cálido que le hizo olvidar instantáneamente todo lo que pudiese existir más allá de esas compuertas.

Y sus sentidos se abrieron al espacio que acogería la ausencia de añoranzas. Allí no existe la prisa ni tampoco la pausa sino que tan sólo existe un momento a momento. Enseguida eligió un atuendo con el que poner la piel al sol, extender los brazos observando el amado paisaje, respirar el álito de la brisa, convertirse en ignorante de deberes y obligaciones, observar el crecimiento invisible de las flores, escuchar el silente panorama, saborear un zumo de limón recién recogido del árbol, tumbarse en la tierna hierba exhalando aromas a frescor. Cerrar los ojos y ver, abrir la escucha y asombrarse plácidamente.

Cena al aire libre de la noche que acompaña con inquilinos invisibles aunque presentes. Muy pronto empezaron a cerrarse los ojos tras la llegada de ritmos más propios y tan necesarios. Mañana sería otro día.

Amanecer en el que se podría hacer cualquier cosa. Desayuno, aseo y exploración que espera. No importa la elección del camino a seguir, sólo importa el camino. Pasos, pasos, pasos que transportan hacia algún lugar indefinido que se va definiendo por sí solo. Sol, verde, agua, cielo, tierra, sombra, silencio. Sol, gris, pueblo, gente, aromas a civilización, asfalto, ruido, parada a la sombra de un entorno pacífico en las afueras y refrigerio que armoniza los sudores sentidos. Y regreso al sol, verde, agua, cielo, tierra, sombra y silencio en el camino.

Llegada de dos caminantes más al paraíso. Caminata corta hacia el río y regreso al paraíso por otro lugar nuevo, uno más que surge en una exploración espontánea. Cena para cuatro que supo a gloria. Conversaciones demoradas alrededor de una mesa. ¡Las dos de la madrugada!, a dormir que mañana es otro día.

Amanecer en el que se podría  hacer cualquier cosa. Desayuno, aseo y exploración que espera. No importa la elección del camino a seguir, sólo  importa el camino. Pasos, pasos, pasos que transportan hacia algún lugar indefinido que se va definiendo por sí solo. Monte arriba fue como descubrieron una maravillosa arboleda autóctona que entregaba frescas sombras y contrastes lumínicos imposibles de reproducir. Majestuosos y antiguos árboles custodiando secretos que sólo el caminante experimenta, rincones íntimos dónde lo único que se escucha es la hojarasca seca crepitando bajo los pies para llegar a algún lugar en el medio de ninguna parte mostrando restos de sinsentidos que levantan risas de placer entre compañeros de aventuras. Propuestas nuevas en el camino y entretando una ruta inexplorada que ya se va perfilando concreta a base de incursiones por natura sin ningún tipo de planificación anterior.

Como no, bar en el camino antes de regresar al paraíso. Pequeñas nubes mentales instalándose ante la inminente partida. Quedaba recoger que no borrar, las huellas de dos días para no desestabilizar la armonía de un lugar que bien recibe.

No quería regresar aquí.....

Más aquí está de nuevo.

S., mayo 013

Fotos de Juan

Magnífico reportaje Juan!!!!. Qué imágenes, qué colores, que verdes amijiño!, cuanta información precisa, preciosas. Muchas gracias.

Finalmente......., ¡ es cierto que había duendes !, alguno encontré en más de una de lo que recogió tu óptica fotográfica, aunque todas son absolutamente mágicas.

Me ha encantado como recogiste los momentos, siempre lo haces aunque en esta ocasión el colorido es impresionante, casi refleja tal cual lo vivimos. Muy intimista y muy personal, has sabido captar los buenísimos momentos, por eso ahora entiendo el por qué de una crónica escrita tan económica, el reportaje es tuyo querido, enhorabuena desde el corazoncito tierno porque te lo mereces y tú lo vales.

El momento cena no tiene desperdicio, jejejeje, resumiste estupendo.

Aprovecho para decirle a Bernardo que le quiero mucho y que tenía que dedicarle un momento para volver a agradecerle lo preciosas que son sus imágenes, que siempre nos ha gustado que haya más de un fotógrafo y que ha sido un placer publicarlas esta mañana.

A los demás, a los seis más dos que compartimos, que no  nos falten los caminos y la compañía para disfrutarlos.

S., abril o13

http://plus.google.com/photos/100030737103496112422/albums/5872290853720042449?authkey=CJGfj7L24ofF3wE

Fotos de Bernardo

Jelou chic@s!. A ver cómo sale esto, espero que pueda salir el enlace de forma que al pinchar sea directo, si no es así, copiad y pegad en la barra de google para poder acceder a las fotos.

Preciosas, Bernardo, gracias.

S.,  abril 013

Los caminos, que no nos falten

Seis en el camino. Micro mundo caminante nómada en exploración unida. Todos con todos en el disfrute y en la investigación.

Salíamos cinco de Vigo. Recogíamos a la sexta en Puxeiros y enfilando que es gerundio a por la preciosísima ruta " Fragas e levadas do Calvo e Deva ", no Concello da Cañiza.

Aunque tenía el folleto desde hace un mes aproximadamente no había tenido la oportunidad de explorarla. La ruta tenía una pinta excelente y me habían dicho que su fraga y ríos, el entorno todo era impresionante. Esta semana volvía a recibir la información, ésta vez vía correo, y quise intentarlo, así que organizamos la salida decididos a explorarla todos juntos.

No sé si hoy mis compañer@s se sienten tan cansados como yo, y es que la jornada fue digna, por mucho que amemos el camino y lo que éste nos aporta no es menos cierto que unas pateadas dejan huellas de cansancio en el cuerpo más que otras. La ruta es de 18 kmts con una derivación de 6,2 kmts aproximadamente ( tendría mucho que decir sobre esta derivación y de lo que vivimos tanto en su ida como en su vuelta, aunque la inspiración hoy es caprichosa y no suelta ni más ni menos que lo que brota espontáneamente ), el caso es que todo lo hicimos.

Es bien cierto que los últimos kilómetros ya nos sentíamos agotados, deseando llegar al punto de inicio y lamentablemente perdiéndonos ese final maravilloso entre fraga y arboleda mítica debido al cansancio. Cuando terminamos calculamos más realistas que lo que un folleto y un panel indicaban, yo calculo que caminamos entre 25 y 27 kmts aproximadamente, no está mal para una tropa que no intuía lo que fue y que sin embargo desde el mismo principio se exponía a lo que fuese. El desnivel había sido importante, una de esas rutas que engaña por ser de río y fraga, pensando que todo es llano y fácil, de eso nada!, aunque no por ello deja de ser una ruta fantástica, preciosa, generosa y gratificante.

No faltó el buen humor, el compañerismo, la tranquilidad, las conversaciones entre compañeros y con natura, la confianza y el sentimiento del caminante en el camino.

Tuvimos la oportunidad de caminar junto a la abundancia líquida en multitud de manifestaciones frescas. De saborear a la tierra bajo nuestros pies. De compartir viandas, de admirar las caprichosas formas de la naturaleza difuminada entre musgos y corteza, de contemplar horizontes verdes y redondos decorados de amarillos. No íbamos en plan de caminar tan sólo millas sino también dejándonos llevar y sentir por la energía del entorno, por abrirnos a compartires tan naturales como el ambiente; más de una vez y de dos fue imposible no verbalizar la admiración a la belleza que contemplábamos y que nos rodeaba. Ruta variopinta, acuática, montañera, mezcolanza de fraga frondosa y de vistas aéreas despejadas aportándole al espíritu distintas oportunidades de experimentación.

Reunión en el camino con dos grandes exploradores. Un compartir en dos tramos diferentes y la oportunidad de saludarnos, de abrazarnos y de despedirnos.

Cena amistosa en la tierra del jamón, para no variar, sin intentar controlar el tiempo ni de dejar atrás lo vivído más que cuando le llegara el momento.

Serenidad en el camino con el beneplácito de natura. Ha sido una jornada que conservaré con mucha calidez en el sentimiento. Gracias por vuestro buen compartir, compañer@s.

S., abril 013

Sosiego a ambas orillas del río Letis, " O río do esquecemento "

Fin de semana en el que se postergó una rutina caminante para compaginarla con la necesidad de sosiego en las afueras de una Villa que se negó a ser ciudad para reivindicar su derecho a seguir siendo llamada Villa.

Recibimiento cálido de un lugar entrañable, popular, siempre visitado por gentes que acuden de muchas direcciones diferentes para pasearse entre casas antiguas decoradas con blasones de categoría y confluir en un punto en común dónde un impresionante puente romano custodia intrépido y todavía presente el paso que une las dos orillas. Las gentes del lugar se identifican con una u otra orilla y saben muy bien quien pertenece a " este lado da ponte " o al otro; para esta caminante sigue siendo un misterio saber quien pertenece a quien aunque parece ser que pasó el fin de semana en " lá da ponte ", o sea, del otro lado, un entorno rural en el que la tranquilidad es norma y el silencio atrae sonidos de naturaleza para quien se detiene a saborearlos.

Llegada en la que instalarse se convertía en ritmo ralentizado que atrajo silencios internos de tal manera que tan sólo se oía el propio latido del corazón acompañando una noche en la que los grillos ofrecían una sinfonía alegre trás tantos días de lluvias torrenciales mientras el aroma de un delicioso pollo al horno anunciaba la hora de una cena tardía. Casi era inevitable que la tranquilidad invitase a acostarse y dormir aunque el deseo era el de mantener los ojos abiertos a los obsequios de una noche estrellada y al asomo de una pequeñísima luna queriendo crecer. Rodeada de montañas y de valles con la tierra labrada la vista se clavaba al frente, hipnótica, siguiendo el movimiento de un precioso molino que hablaba de las direcciones del viento con tanta precisión que hasta esta marinera de agua dulce se creyó por un instante eterno capitana de la tierra que la acogía.

Interminables suspiros que se sucedían uno trás otros, y más, y más, suspiros que exhalaban hálitos de satisfacciones añoradas, de tempos moderados y de movimientos despiertos y conscientes ante la sensación de que una disponía de todo el tiempo del mundo para existir.

La mañana despertó fresquita y soleada y el primer impulso fue salir en pijama a recibir al día, a intuir momentos en los que los pies descalzos pisarían la dulce hierba, a la promesa de una pateada de exploración deseada, a la contemplación de una maravillosa pareja de aves de colores impresionantes y bellísimos custodiando su nidada intentando despistar a la intrusa que curiosa y quieta también las observaba, como diciéndoles: - Eh amigas!, que de aquí no me muevo y me váis a tener que tolerar sí o sí.


Desayuno y ajetreo caminante antes de una no tan tempranera salida; todo era tan atípico en esta ocasión!. Ni mochila ni bocata ni agua ni ropa de repuesto ni ruta definida ni nada que recordara al equipo que suele llevar una caminante con cierta sabiduría del camino, y cómo lo estaba disfrutando!, precisamente por querer investigar y explorar otras maneras, otras actitudes en el camino compaginadas con lo que una ya sabe.

Y así salieron los caminantes. Sin rumbo y con rumbo; sin rumbo porque era un nuevo camino con muchos posibles desvíos. Con rumbo porque sabían del destino y de una meta como objetivo, cruzar al " outro lado da ponte ", comer en la Villa, perderse entre el gentío que era anunciado por multitud de coches aparcados bajo el impresionante puente, sabiendo que las sorpresas estarían en cada vuelta de una esquina.


Entre tanto, preciosos caminos antiguos que sólo transitaban los paisanos del lugar; entradas a espacios en los que el río cantaba mientras el ganado pacía impávido en prados de verdes lustrosos al paso de los caminantes, fragas de árboles cuya edad levantaba sonidos de admiración a tanta sabiduría silente, pasos por una aldea con una calle llamada " Rúa da Mó " en la que todos los vecinos se pusieron de acuerdo para podar los olivos en forma de rueda de molino en honor a la calle y a un antiguo molino que los caminantes no encontraron, tal vez demasiado escondido, tal vez ya desaparecido quedando tan sólo huellas de un recuerdo y de un homenaje en forma de árboles manteniendo el sentimiento y de vecinos implicados en homogeneizar el lugar con tan peculiar estética.

Paso debajo de un grandísimo puente que sostenía una autovía mientras un zumbido de coches interrumpía la tranquilidad de la vida tan diferente que se hallaba bajo el hormigón y el cemento. Y entrada a la Villa por la puerta de atrás que cómo no, jamás defrauda.

Enseguida el cambio de energía al otro lado del puente se hizo patente. Ajetreo, idas y venidas, voces a lo cerca y a lo lejos aunque sin estridencias. Se palpaba la alegría humana a un día soleado, se palpaba incluso la alegría de la fauna que anidaba a las orillas del río, hasta la última hormiga se alegraba de un día que se presentaba seco.



Los caminantes se encontraron con una concentración de motos antiguas y con una feria en la que se ofertaban objetos más antiguos todavía. Pronto los estómagos empezaron a rugir ante los distintos aromas invitando a los olfatos a enviar mensajes de urgencias culinarias y encontraron un lugar pequeño y acogedor, escondido, en el que al parecer llegaron a la hora justa porque sentarse y llenarse fue todo uno, tanto era el interés por comer en el pequeño restaurante tradicional y familiar que dos senhorinhas les pidieron a los caminantes si podían compartir mesa, jaja!...., hoy no era el día, se siente senhorinhas!.

Delicioso cabrito asado acompañado por una generosa ensalada y una fuente de arroz, y un vinho verde del lugar que por mucho que se denominase verde era más tinto que el color de las cerezas maduras. Quedaba hacer un regreso que no iba a ser precisamente ligero, aunque ya se encargaría el calor del día levantando sudores en un nuevo camino, esta vez cuesta arriba, de aligerar los pasos pesados.

Precioso camino de vuelta que resultó tanto novedoso como desconocido, exploratorio, intuitivo. Allá arriba, bien definido el objetivo a la vista, un hogar que esperaba cálido y acogedor. Todavía les esperaba una actividad tan relajante como deseada, cuidar de la tierra, arrancar las malas hierbas, plantar hermosas flores que regalarían presencia algún día, acondicionar un tanque de agua para reconducir el regadío a la tierra, cocinar para la visita de otros tres caminantes amigos que llegarían para la cena trás una pateada digna.

Y llegó la noche y con ella la lluvia que silenció de nuevo a los grillos. Despedida a los amigos mientras los bostezos anunciaban el final de un maravilloso día y de una amistosa noche pasada por agua. Dormir y soñar y despertar para volver a salir descalza a recibir la mañana. Volver a respirar aires que hablaban de otros ritmos, de tempos en los que el sosiego hablaba de más sosiego. Ya ni el latido del corazón se oía pues era tal el silencio interno que dibujaba una sonrisa pasmosamente boba, de pura alegría pacífica y de aislamiento de un mundo donde el ruido es norma.

Todo tiene su término anunciando una continuidad. Llegaba el tiempo del regreso a un cotidiano que recibiría a una caminante muy diferente a la que se marchó días atrás.

Cómo no estar agradecida a la vida!.


S., abril 013

Reciprocidades

Cinco caminantes unidos por la amistad y una preciosidad canina que me come a lametazos de tanto que me quiere, a la que adoro y me adora con tal pureza que sólo le puedo devolver caricias y palabras de amor. Ella está de muda y me devuelve pelos, jajajaja.....

Yo sabía y entendía de mi necesidad y así la mostraba, la necesidad de los otros que me la fueran mostrando, si querían. Sabía del fluir potente del agua y de su visión cristalina, del musgo y de la arboleda presente y colorida, de los caminos empedrados bonitos, de los lavaderos antiguos en lasca, seis plazas, jaja!, mientras me imaginaba las conversaciones pretéritas de las lavanderas desde un presente caminante; sabía de las nubes y de un cielo presentando matices azules que se ocultan desde hace un tiempo en los grises lluviosos; sabía de esos intensísimos prados verdes multicolores, caleidoscópicos y alimenticios. Sabía del paso por aldeas dónde el aire respirado emitía aromas a tranquilidad, de casas privilegiadas al borde del camino y de paisanos que saludaban con hospitalidad al caminante de paso que disfrutaba de un día que presentaba un clima que todos deseábamos.

Sabía también de la inyección de vitalidad que nos iba a aportar esta ruta en concreto. Su nombre surgió tan espontáneo en mi cabeza cuando hablamos de salir al camino y me pidieron que les llevase a un sitio bonito!, por bella, por dadora, por despertar la generosidad y el agradecimiento a tanta belleza...., cómo dijo uno de mis amigos??..., Exhuberante!. Así estaba natura en un dia incipiente y algo atípico de primavera.

También sabía que no iba a ser una jornada habitual en el camino. Uno con molestias en el riñón en los últimos dias. Otra con amagos de ciática con irradiaciones. Otra con una lesión en la ingle que afortunadamente no impide caminar. Otro que fue un caminante heroico y que lleva un tiempo considerable sin ejercer el noble arte del caminar, tanto como para notarlo este sábado ( jaja! ). Y otro que está estupendo físicamente aunque cansado mentalmente. Menuda cuchipanda!!.

Fue como conseguir un trozo de paraíso tranquilo compartir camino con estos caminantes en un momento en el que me apabulla la gente desconocida y semi conocida ante actitudes que no he entendido y que he percibido como contradictorias, así que esta salida al camino fue una oportunidad para seguir aprendiendo a no defenderme de nada porque no necesito hacerlo y sí a manifestarme concreta y metódicamente.

Sentí al camino y cómo me iba encandilando, enamorando; consiguió de mí lo mejor de mí mientras sacralizaba la tierra en cada uno de mis pasos, de tanto respeto y agradecimiento a tanta abundancia energética. En cada uno de los pasos acompañantes ocurrió un tanto de lo mismo. Hubo un tiempo para todo. Encontramos el momento para literalmente parar la mente y abrirnos a escuchar una sinfonía de silencio; se favoreció el agradecimiento público a natura, expresado y manifestado artísticamente. Hubo fusiones silenciosas con una piedra musgosamente cálida a la vera del río y complicidades con libreta y lápiz que recoge momentos. No faltó la admiración a unas aguas que fluían libres presentando una gama de colores cálidos y comunicativos lanzando invitaciones al baño para los más atrevidos.

Oportunidad de ralentizar por un dia, de asumir otros ritmos, otra manera de contemplar a natura y de valorarla. Intenté bucear en la memoria y recuperar el último momento en el camino en el que había hecho algo parecido y me dí cuenta de cómo ha ido pasando el tiempo y con quien, y no he encontrado un motivo lo suficientemente válido como para saber por qué decidí asumir responsabilidades que nadie me había pedido aunque tampoco nadie protestaba cuando se beneficiaba de ellas, como tampoco salió nadie a la palestra cuando fui yo la que precisaba de un reconocimiento, ya no a mi labor asumida sino al afecto que siempre creí que se me profesaba.

Tampoco faltó el buen ritmo ni el sudor empapando la camiseta. Ni los momentos aventura cruzando las poldras de un río tan crecido que obligaba a pisar río mientras las carcajadas inundaban un ambiente alborozado y cómplice en plena naturaleza. No faltaron las palabras de agradecimiento ni el compañerismo caminante, ni ese afecto que me devuelve, porque quiere, lo que entrego porque quiero.

Primer sábado con horarios diurnos en el que el tiempo cunde tanto que se da la oportunidad para salir al camino haciendo cosas diferentes, uno no es caminante sólo porque camina sino por la actitud con la que hace camino. Regreso pacífico con recolecciones varias en una tienda ecológica llamada natura en la que nada cuesta dinero aunque sí esfuerzos varios; todo es gratis, la única tasa aquí es dejar el lugar por el que caminas lo más limpio que puedas y sepas, tanto como la limpieza que te llevas a través de sus múltiples e incontables entregas.

S., abril 013