Sanfíns, un ano máis

E chegou o día, ou máis ben a noite. Traspasábamos a fermosa entrada a Sanfíns cinco afectos á tardiña despóis dunha odisea estilo "S.", cousa que a ninguén lle sorprende a estas alturas, ou sexa, perdéndonos, para atoparnos de novo, sempre. Nunca tiven problemas para saír de Sanfíns, o que se dí chegar, por unhas cousas ou por outras o caso é que nunca chego polo mesmo camiño; desta vez a odisea foi das gordas, simpáticas, arrincounos risas e ata houbo algún momento que ficamos sen respirar metendo o coche por un camiño tan estreito que metía medo para rematar por unha pista en pleno monte onde a única referencia que tiña é a que teño sempre, que son quen de mirar máis alá e aínda que pareza increíble, nin sabendo moi ben cómo sempre estou ubicada.

Sanfíns, entrada á substancia do tempo

Próximo reencontro en Sanfíns o 27 de xullo; non hai palabras que poidan expresar con fidelidade as sensacións que se viven alí. Moito escribín sobre este lugar que ocupa un recanto moi especial no meu corazón, e hoxe aínda ben que comezei a escribir, a medida que ía insertando as imaxes pregunteime se non sería mellor calar porque hai momentos e situacións nas que as palabras fican insuficientes ante tanto esplendor de natura; e resulta que coma conclusión a falta de un, dous textos, o segundo escrito por Manuel Gago, xoia escrita que atopei na procura de imaxes que ilustrasen o meu texto e que xurdiron vía internet. A pesar de tanta beleza falando por sí mesma finalmente pensei que as palabras tamén son importantes e teñen a súa razón de ser.

Fotos de Juan de la última salida Nómada

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Gracias Juan por las imágenes.

Día tranquilo y de familia escogida a lo largo de las orillas del río Tea.

Jornada que finaliza a las nueve de la tarde noche y cena enxebre en casa Muxicas, no concello de Salvaterra.

Que no nos falten los caminos ni los compañeros en el viaje.

S., junio 013

Entrimo con Caminhantes, gratos encuentros


Fotos de Marcos

Tras un viaje ameno hasta Entrimo pasando por Castro Laboreiro llegamos los cinco primeros Caminhantes, los únicos que pernoctarían esa noche ya que los demás irían llegando al día siguiente pues la hora de salida para patear eran las diez de la mañana.

Dejamos nuestras cosas en las habitaciones y salimos a dar una vuelta por el pueblo con la intención de estirar un poco las piernas y de encontrar un sitio dónde nos diesen algo de cenar. Una vez cenados nos entretuvimos en buscar algún lugar dónde tomar un café antes de retirarnos y acabamos en un café con un ambiente de día y otro bien diferente por la noche, con su bola de discoteca, su cartel de karaoke y su música pachanguera entre cumbias mezcladas con música folklórica portuguesa ( notándose la influencia de la frontera con Portugal ) y canciones del año catapum chin pum.

Tres eran tres siendo uno en el camino


Todavía me dura en lunes una resaca entre cansada y feliz de un día caminante en domingo, y es que había quedado para hacer labores exploratorias con dos de los más grandes entre los grandes caminantes después de un tiempo en el que aunque no he dejado el camino sí ha variado el ritmo de mis pasos en y por él por distintos motivos. Ésta sería una pateada que me serviría para ver como estoy de fuerzas y fondo físico de cara al fin de semana que viene en el que me voy a Entrimo, y aunque recibiría algún que otro vacile que me " picó " ésta que escribe estuvo digna y todavía tiene muchos caminos por delante para disfrutar y recorrer.

Fotos de Juan de la salida del sábado

¡Uau Juan!..., ¡que bonitas!. Precioso reportaje del día, gracias, amigo. Un abrazo.

Gracias Óscar por ofrecernos esta linda ruta llena de paisajes tan abiertos y generosos.

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Caminando por las nubes

Hacía un tiempo que no caminaba por las alturas y cuando amanecí el domingo sabiendo que me esperaba una ruta montañera preparé ropa y mochila con la alegría de la que sabe que va a caminar por las nubes.

Llegaba a lo alto de Puxeiros y ya estaba uno de los compañeros tomando café y leyendo el periódico; nos dimos un buen abrazo pues aunque habíamos compartido una cena entre amigos hacía pocas semanas, hacía mucho más que no caminábamos juntos. Poco más tarde llegaban dos más, una de ellas la única compañía femenina que tendría pues esta jornada la energía masculina sería presencia destacada ya que tres chicos más nos esperaban pasado el puente de Salvaterra para enfilar todos juntos hacia los maravillosos entornos de La Peneda, lugar que siempre me ha entregado experiencias inolvidables tanto por la belleza del entorno como por ese clima tan particular que tanto te puede ofrecer una marcha muy placentera como sufrida dependiendo del tiempo y la temperatura que haya ese día.

Hoy el clima y la temperatura acompañaban. Un sol justo y una brisa suave. Empezaríamos ascendiendo y para mí era una oportunidad de resarcirme de esa misma ruta, la última vez que la hice llovía tanto y hacía tanto frío que ni pude disfrutarla y lo pasé francamente mal; no llevábamos más de diez minutos caminando cuando nos encontramos con una perra pastora autóctona que decidió acompañarnos, por eso de equilibrar un poquito las energías femeninas, así que todos le dimos la bienvenida y continuamos camino tras darle alguna que otra carantoña.

Ascenso prolongado que medía nuestras resistencias y fuerza, la respiración y el deseo de llegar a un altiplano que nos regalaría vistas que sólo puede apreciar el caminante. Lo primero que contemplamos fue montaña y cielo, a las vacas paciendo tranquilas, a los terneros descubriendo su entorno; nuestra perra viajera, como buena pastora que es, se dedicó a movilizar a las vacas y a despejarnos camino mientras sólo escuchábamos el sonido de nuestros pasos entre tanto pacífico silencio.

Había hambre así que pronto paramos a comer, no debíamos llevar caminando más que hora y media. Elegimos un lugar recogido entre asientos pétreos y cada uno fue sacando sus viandas; descubrí lo que es comerse una ensalada con una navaja ya que me olvidé el cubierto en casa, y uno de los compañeros descubrió lo que es darle de comer a la perra antes de tiempo, acabó zampándose la mitad de su bocadillo.

Seguimos caminito hacia Chá da Matança, queríamos llegar a lo alto del geodésico pues allí las vistas invitan a quedarse un rato tras una subida en la que los penedos invitan a escalarlos y a jugar entre saltos mientras pasas de la condición humana a la de cabrita. Uno de los compañeros quiso subirse a lo alto del geodésico y gritar la tan famosa frase de: " Soy el rey del mundooooo " y aprovechamos para hacernos la foto de grupo por eso de que no se diga que no pasamos por allí.

Nos esperaba un descenso bonito y digno hacia El Santuario de Nossa Senhora da Peneda, entre vistas majestuosas, caminos viejos empedrados, colores primaverales y aires limpios que despertaban los radares y los sentidos del caminante. Fue en ese descenso en el que uno de los compañeros tuvo una caída bastante desafortunada, el desnivel es importante y quedó bastante perjudicado aunque pudo seguir camino aguantando estoicamente las molestias.

Tuvimos nuestro momento de sesión fotográfica en plan conjunto musical, en concreto unas cuantas del trío lalala mientras los fotógrafos se lo pasaban pipa disparando sus objetivos a tres lunátic@s decorados y beneficiados por un entorno precioso en el que cualquier imagen vale más que todas las palabras, al que desde luego las fotos que saca mi humilde móvil no le hacen justicia.

Llegados a La Peneda paramos a tomarnos las cañitas de rigor. Todavía nos quedaba una subida linda acompañados de las aguas cantarinas del río Peneda, de tramos de sol y de sombras que se agradecían. Nuestra perrita viajera no quería acompañarnos y no sabíamos por qué, queríamos dejarla en el lugar en el que la encontramos aunque se la veía buena conocedora de la zona y que no estaba perdida. Pronto entendimos el por qué, al pasar por una casa un paisano la llamó por su nombre: ¡Diana!....El pobre animal se encogió de miedo, el rabo entre las piernas, no queriendo ir hacia el dueño. Aunque todos sabíamos lo que le esperaba y lo lamentamos esperamos a que el hombre llegase hasta nosotros y recogiese a la perra para llevársela; no era la despedida que hubiésemos deseado de esta compañera de aventuras aunque la vida ofrece también esas cosas a veces.

Proseguimos nuestro camino. Volvíamos a ser siete.

Fue en esa subida cuando me ocurrió algo que todavía hoy me parece increíble. De repente trastabilleé, quise recuperar el equilibrio y caminé varios pasos sin entender lo que ocurría, no podía equilibrarme y me dejé caer lo mejor que pude arrastrándome por el suelo. Fue una caída dolorosa, me senté y fue entonces cuando ví lo que había ocurrido: El cordón de mi bota izquierda se había enganchado en la bota derecha con lo cual quedé literalmente atada, aprisionada. Mis compañeros intentaron separar el cordón y aquello estaba tan prendido que tuvieron que hacer mucha fuerza para separarlos. El resultado físico del golpe fueron mano y brazo derechos con rasguños más aparatosos de lo que eran en realidad por la sangre, y rodilla izquierda que esa sí que hay que atenderla. Aventura que se saldaba con dos caminantes heridos, y es que esas cosas también ocurren en el camino, afortunadamente no ha habido nada que lamentar y también pude continuar pasos.

Llegada a los coches y decisión de ir a cenar al mítico Stop, todos menos el compañero que se había caído pues su único deseo era tomarse una ducha y acostarse tempranito, ya había tenido más que suficiente con la jornada y prefería retirarse. Así que los seis restantes nos fuimos a cenar, yo pensaba que un arroz malandro, ellos tenían claro que se zamparían unha robalinha grelhada, así que la única que se mantuvo fiel al malandrinho fue esta que escribe que se zampó el contundente plato sin la más mínima sensación de culpabilidad.

Pronto la sobremesa empezó a levantar bostezos y deseos de llegar a casa, así que despedida y cada ovejita a su redil; yo me preguntaba cómo llegaría a casa, si me pusiesen en ese momento una cama allí me quedaba, había sido un fin de semana intenso en el camino y tocaba darle descanso al cuerpo y a las emociones sentidas.

¡Y que no nos falten los caminos ni las experiencias compartidas!.

S., mayo 013

El disfrute de un día caminante pacífico

Día fantástico a cinco bandas en el camino. Estamos en fases en las que la amistad prevalece, tenemos a uno de nuestros incondicionales lesionado y estamos escogiendo rutas sencillas y preferiblemente sin mucho desnivel, así que se presentaba una jornada tranquila y favorecedora de otras actividades paralelas, como retomar algo con lo que nació Nómadas, la oportunidad de crear espacios respiratorios, contacto con la naturaleza a través de la parada y el silencio, algún que otro ejercicio en el medio del camino y por supuesto terminar sí o sí con estiramientos.

El guía en esta ocasión fue Óscar, ofreciéndonos una ruta que un compañero de Caminhantes ayudó a marcar por ser gran conocedor de la zona y por ser vecino del lugar, Saians. Como la ruta en concreto era muy larga para nuestros planes de solidaridad y mantenimiento en el grupo de nuestro amigo, con algún que otro tramo de asfalto y descensos que no le convienen, elegimos hacer la parte más corta y más bonita, entre rural, monte y unas vistas espectaculares. Dejamos un coche en el Monte Cepudo y volvimos para empezar el recorrido en Saians.

El día prometía lindo y soleado, ni demasiado caluroso ni con nubes cerradas a la vista. El ambiente era de plena confianza y amistoso, favorecedor de las conversaciones abiertas y expuestas, manteniéndonos compactos en el trayecto, disfrutando de los espacios abiertos y de unas vistas al mar que expandían algo más que la visión. Pronto hicimos la primera parada en la que practicar una serie de estiramientos que estoy ideando para un proyecto laboral que tengo en mente en el que incluir apoyos, en este caso unos penedos que me servirían para comprobar in situ la utilidad del ejercicio. La verdad es que es un lujo encontrar y favorecer los espacios al aire libre y en plena naturaleza para esta clase de ejercicios, nos divertimos mucho mientras que a la par tuvimos el placer de sentir los beneficios de la práctica.

No nos faltó la compañía inquieta y territorial de dos hermosísimos lagartos grandotes vestidos de verdes intensos y brillantes, una pareja; el macho nos dejó bien claro que estábamos en sus dominios desde su escondrijo que quería que fuese bien visible para nosotros mientras nos sacaba la lengua.

Seguimos caminito hasta dar con una zona de mesas y sombras que no restaban intimidad a pesar de que el lugar se hallaba bastante poblado de personas que habían decidido pasar el sábado entre amigos o entre familia, y allí es dónde decidimos parar a comer y hacer una sobremesa relajada. El día estaba resultando fluido y armonioso, en nuestros semblantes se reflejaba el contento, la placidez, el trato familiar y afectivo, las conversaciones de confianza, los vínculos sellándose alegres, el buen humor y las risas ligeras, en fin..., que lo único que faltaba allí era un bar, bar que por supuesto encontramos en Chá de Vito, en el que confraternizamos y nos mezclamos con los lugareños que estaban en plena partida de cartas o de charla en la terraza del bar.

Seguimos nuestro camino vía Monte Cepudo entre aromas a flores, entre tonalidades amarillas en los toxos, entre polvareda y olor a madera y sin abandonarnos la apertura a un mar espléndido con vistas a Bayona, Toraya, Las Cíes, impresionante océano en un día claro que nos regalaba cercanía desde las alturas en las que nos encontrábamos.

Llegada a Monte Cepudo y estiramientos finales que nos dejaron un estado plácido y la sensación de un cuerpo agradecido. Parada en la terraza del restaurante para tomarnos líquidos reparadores y saciantes y decisión de ir a picotear algo a Patos, en donde disfrutamos de los últimos rayos de sol de un día espléndido zampándonos unos calamares riquísimos, una tortilla, unas croquetas de verduritas y un revuelto de ortigas con anchoas en el que todo eran anchoas y que resultó fuertísimo para los estómagos.

Despedida de los Nómadas al albor de una noche de luna llena, agradecidos de que sigan sin faltarnos los bellos y prolíficos caminos en donde expandir ondas y esencias que aligeran al propio camino y que concentran experiencias vivas.

Que nos cunda, amiguiñ@s.

Con afecto,

S., mayo 013

A miña terra

A miña terra esperta e saúda con raios que tremen ao sol de tan tímidos.
Nai amorosa e humilde na súa xenerosidade e abundante na
súa simplicidade. Tras unha noite de tempestades e de ventos
fiumentos o novo día é un berce que mece docemente
tra-la chuvia ao arco da vella que perfila nun novo horizonte
promesas de celebracións asentadas pacíficamente no meu interior.


A miña terra acolle e agasalla panoramas fermosos que invitan
a respirar. Protexe ríos e fragas, montes e mares, indómita
forza que preserva o meu legado animándome a comprender
que o que me ofrece é o que debo de manter para quen
camiña detrás de mín, así como quen me precedeu xuroulle
lealtade aos meus pasos e aos meus beneplácitos nela.


A miña nai é costa e interior, é peixe fresco e vides doces,
a sabor a antergos evocados e lembrados no meu paso
por muiños conservados, é homenaxe nas restauracións
e fala nos beizos dos nenos. Historias de meigas e de
luceiros camiñantes nas escuridades do camiño, é arume
a terra mollada impregnando os sentimentos.


É creatividade ao descoberto e limpeza nas meixelas
nas que se dilúen as gotas de auga lavando amarguras
cando caen tan miudiñas que síntense tenras. É bravura
con determinación e sentimento " jerrilleiro " cando atacan
a súa compostura. É forza da natureza defendendo os
seus espazos indómitos, é doce nas súas entregas.


¡A miña terra, a miña terra, qué ledicia
pertencer a súa esencia, qué bonito camiñar
na súa estela, qué manto me protexe durmindo
baixo a súa lúa e as súas estrelas, qué privilexio
amencer baixo a súa cantiga titiriteira!
Orgullo son baixo a súa infinita, namorada e protectora beleza.




S., 17 de maio de 2013, Día Das Letras Galegas

Día Das Letras Galegas, homenaxe a Roberto Vidal Bolaño

Escritor e dramaturgo polifacético, nunca esquecerei cómo e de qué xeito as súas verbas transportaron emocións de suspiros que impactaron directamente no meu corazón lendo a súa obra e máis tarde admirando, recreando e vivindo transportada en imaxes que me souberon a auténtico eses films tan entrañables como foron e son " A lingua das Bolboretas " e a magnífica " Sempre Xonxa ".

Parabéns a todo-l@s que aman a esta nosa terriña meiga, que continúa a mostrarnos e a agasallarnos coa súa máxica beleza a importancia de seres pólas que seguen a alimentar raíces que temos a obriga de ocuparnos en manter e darlle unha continuidade que saiba a legado digno, coma somos nos, éstes que aquí e agora habitan esta terra nai.

S., 17 de maio de 3013

O texto é un poema, un fragmento en realidade, da obra de Vidal Bolaño " Laudamuco, señor de ningures ". Escollín para publicar neste blog unha obra realizada por nenos e nenas orientados por profes interesados na educación e na creatividade de pequenos grandes galegos, por póliñas que seguirán a alimentar raíces que imos construindo e mantendo para que non se esquezan da importancia da terra que nos acolle a todos. Grazas a " Pementeiradas " pola vosa labor de continuidade e de crenza na boa orientación educacional.