Tres eran tres siendo uno en el camino


Todavía me dura en lunes una resaca entre cansada y feliz de un día caminante en domingo, y es que había quedado para hacer labores exploratorias con dos de los más grandes entre los grandes caminantes después de un tiempo en el que aunque no he dejado el camino sí ha variado el ritmo de mis pasos en y por él por distintos motivos. Ésta sería una pateada que me serviría para ver como estoy de fuerzas y fondo físico de cara al fin de semana que viene en el que me voy a Entrimo, y aunque recibiría algún que otro vacile que me " picó " ésta que escribe estuvo digna y todavía tiene muchos caminos por delante para disfrutar y recorrer.



Íbamos a hacer tan sólo un tramo de lo que tienen pensado ofrecer, el regreso ya lo tienen visto y querían fijar los tramos que tenían menos intuídos con lo cual la pateada se planteó lineal aunque prolongada ya que nos llevó seis horas a ritmo ligerito y constante, y acortando en algunos tramos que ya tenían controlados.

Empezaríamos caminando entre rural, fraga y río y terminaríamos en lo alto del monte. El día se presentaba espléndido y contábamos con que pasaríamos calor.


Empezamos la pateada a un buen ritmo que se mantuvo constante y sin paradas. La primera parte de la jornada empezaba atravesando el rural para adentrarnos poco a poco en la fraga acompañados de la frescura y sombras generosas que aliviaban los calores del día, y de los rumores del río ofreciéndonos aguas invitadoras y cristalinas al paso. Antes atravesamos una zona poblada que podríamos llamar " La ruta de los carteles sin sentido ", que nos levantó alguna que otra risa pues tenían tantas faltas de ortografía o tan mal colocadas las palabras que los mensajes que pretendían transmitir se distorsionaban totalmente y parecían anunciar cosas totalmente diferentes; aunque otros estaban perfectamente escritos y resultaban graciosos por el mismo mensaje en sí, podríamos llamarlo " Consideración a los ladrones ", por eso de que no se tomen las molestias.




También pasamos por un paisaje de una considerable extensión en obras, árido, y que se nos antojó un panorama cuasi lunar. Afortunadamente pronto lo dejamos atrás para adentrarnos en las bondades que esconde el camino para aquellos pasos que salen a su encuentro. El ambiente externo era precioso y el interno de camaradería con lo cual nos sentíamos disfrutando mientras estábamos realizando una actividad que sigue nutriendo y ofreciendo vivencias nuevas a pesar de los muchos caminos recorridos.


Tras el paso por senderos bonitos, arboleda acogedora, aguas cantarinas, colores decorando nuestros pasos, campos labrados y alguna que otra dificultad para nada insalvable empezaría un ascenso prolongado, aéreo y caluroso que nos iría acercando a nuestro objetivo. Paramos a admirar unos impresionantes petroglifos, ante nosotros unas maravillosas vistas que nos transportaron a intentar dilucidar los motivos de los antiguos y qué clase de mensajes e informaciones dejaron plasmados, por qué y para qué, aunque eso es algo que mejor se lo dejamos a los expertos, yo sigo teniendo ideas románticas al respecto que seguramente se alejan bastante de la verdadera explicación.


Parada a comer en un rincón muy acogedor que ofrecía sol y sombra, por eso de dejar que cada uno eligiese para sí la mejor opción. Y pequeña siesta conviviendo con las hormigas, que decidieron zamparse las onzas de chocolate blanco que traía mi compañera y que nosotros acabamos comiendo también con la proteína de insecto incluída.


Seguimos. A nuestro paso encontramos unos caballos bien mantenidos y lustrosos, preciosos, que no quisieron confraternizar aunque tampoco se mostraron esquivos, simplemente dejaron claro que cada uno siguiese su camino ya que el monte es de todos. Jornada que discurría entre recuerdos de anécdotas, de planes presentes o para futuros inmediatos, de silencios vivos, de marcas de piedras y palos en las esquinas del camino, de alguna que otra duda ante qué sendero elegir, de pocos retrocesos y de avances contínuos.




A pocos cientos de metros de nuestro destino atravesamos el monte terminando con un ascenso digno y hermosísimo, otra vez entre sombras y arboleda ancestral, entre penedos que resuenan a historias antiguas. Muchos habían decidido pasar el domingo allí; familias de macro picnic, parejas de senderistas, risas de niños, adolescentes escondidos.


Nosotros nos fuimos directamente al bar, algún que otro pensamiento le habíamos dedicado a ese momento culminante de una pateada durante el trayecto, así que disfrutamos de unas generosas y frescas cervezas sentados en una mesa de piedra con la compañía de múltiples mosquitos.


Todavía decidimos bajar al centro y disfrutar de una zona antigua maravillosa, con historia, en un domingo que se presentaba muy apacible y cálido, rodeados de piedra, de río, de zonas verdes, de peregrinos de paso. Mis compañeros me invitaron a descubrir en un templo a " Una Virgen preñada " y acabamos descubriendo a dos. Nos encontramos a otra compañera del camino con la que hemos recorrido muchas rutas, admiramos las viviendas de piedra, cuidadas, mientras paseábamos por zonas antiguas que me transportaron una vez más a vivencias pretéritas y todavía vivas de aquellos que amaron sus calles y dejaron visibles y también sus invisibles huellas. ¡Ah!, y descubrimos lo que es ser un o una " Barista ", resulta que es algo que hacen los camareros con la espuma del café con leche, hasta relieves pueden hacer y todo, un arte oiga, y así se lo presentaron a mi compañera en un precioso café con leche que daba lástima beber con una catedral dibujada en espuma.



Nos detuvimos a la sombra agradable del día anunciando lusco fusco en la mini terraza de un bar que nos sirvió un arroz con choco que nos supo bien, conversando de todo un poco y un mucho sobre puntualidad, de sus conveniencias e inconveniencias; claro que para tres puntuales todo son inconveniencias así que discutimos sobre las distintas estrategias a esgrimir ante la impuntualidad.

¡Y hora de regresar!

Despedida y hasta la próxima, compañer@s. Que no nos falten los caminos y nuestra presencia compartiéndolos.


S., junio 013

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