Reciprocidades

Cinco caminantes unidos por la amistad y una preciosidad canina que me come a lametazos de tanto que me quiere, a la que adoro y me adora con tal pureza que sólo le puedo devolver caricias y palabras de amor. Ella está de muda y me devuelve pelos, jajajaja.....

Yo sabía y entendía de mi necesidad y así la mostraba, la necesidad de los otros que me la fueran mostrando, si querían. Sabía del fluir potente del agua y de su visión cristalina, del musgo y de la arboleda presente y colorida, de los caminos empedrados bonitos, de los lavaderos antiguos en lasca, seis plazas, jaja!, mientras me imaginaba las conversaciones pretéritas de las lavanderas desde un presente caminante; sabía de las nubes y de un cielo presentando matices azules que se ocultan desde hace un tiempo en los grises lluviosos; sabía de esos intensísimos prados verdes multicolores, caleidoscópicos y alimenticios. Sabía del paso por aldeas dónde el aire respirado emitía aromas a tranquilidad, de casas privilegiadas al borde del camino y de paisanos que saludaban con hospitalidad al caminante de paso que disfrutaba de un día que presentaba un clima que todos deseábamos.

Sabía también de la inyección de vitalidad que nos iba a aportar esta ruta en concreto. Su nombre surgió tan espontáneo en mi cabeza cuando hablamos de salir al camino y me pidieron que les llevase a un sitio bonito!, por bella, por dadora, por despertar la generosidad y el agradecimiento a tanta belleza...., cómo dijo uno de mis amigos??..., Exhuberante!. Así estaba natura en un dia incipiente y algo atípico de primavera.

También sabía que no iba a ser una jornada habitual en el camino. Uno con molestias en el riñón en los últimos dias. Otra con amagos de ciática con irradiaciones. Otra con una lesión en la ingle que afortunadamente no impide caminar. Otro que fue un caminante heroico y que lleva un tiempo considerable sin ejercer el noble arte del caminar, tanto como para notarlo este sábado ( jaja! ). Y otro que está estupendo físicamente aunque cansado mentalmente. Menuda cuchipanda!!.

Fue como conseguir un trozo de paraíso tranquilo compartir camino con estos caminantes en un momento en el que me apabulla la gente desconocida y semi conocida ante actitudes que no he entendido y que he percibido como contradictorias, así que esta salida al camino fue una oportunidad para seguir aprendiendo a no defenderme de nada porque no necesito hacerlo y sí a manifestarme concreta y metódicamente.

Sentí al camino y cómo me iba encandilando, enamorando; consiguió de mí lo mejor de mí mientras sacralizaba la tierra en cada uno de mis pasos, de tanto respeto y agradecimiento a tanta abundancia energética. En cada uno de los pasos acompañantes ocurrió un tanto de lo mismo. Hubo un tiempo para todo. Encontramos el momento para literalmente parar la mente y abrirnos a escuchar una sinfonía de silencio; se favoreció el agradecimiento público a natura, expresado y manifestado artísticamente. Hubo fusiones silenciosas con una piedra musgosamente cálida a la vera del río y complicidades con libreta y lápiz que recoge momentos. No faltó la admiración a unas aguas que fluían libres presentando una gama de colores cálidos y comunicativos lanzando invitaciones al baño para los más atrevidos.

Oportunidad de ralentizar por un dia, de asumir otros ritmos, otra manera de contemplar a natura y de valorarla. Intenté bucear en la memoria y recuperar el último momento en el camino en el que había hecho algo parecido y me dí cuenta de cómo ha ido pasando el tiempo y con quien, y no he encontrado un motivo lo suficientemente válido como para saber por qué decidí asumir responsabilidades que nadie me había pedido aunque tampoco nadie protestaba cuando se beneficiaba de ellas, como tampoco salió nadie a la palestra cuando fui yo la que precisaba de un reconocimiento, ya no a mi labor asumida sino al afecto que siempre creí que se me profesaba.

Tampoco faltó el buen ritmo ni el sudor empapando la camiseta. Ni los momentos aventura cruzando las poldras de un río tan crecido que obligaba a pisar río mientras las carcajadas inundaban un ambiente alborozado y cómplice en plena naturaleza. No faltaron las palabras de agradecimiento ni el compañerismo caminante, ni ese afecto que me devuelve, porque quiere, lo que entrego porque quiero.

Primer sábado con horarios diurnos en el que el tiempo cunde tanto que se da la oportunidad para salir al camino haciendo cosas diferentes, uno no es caminante sólo porque camina sino por la actitud con la que hace camino. Regreso pacífico con recolecciones varias en una tienda ecológica llamada natura en la que nada cuesta dinero aunque sí esfuerzos varios; todo es gratis, la única tasa aquí es dejar el lugar por el que caminas lo más limpio que puedas y sepas, tanto como la limpieza que te llevas a través de sus múltiples e incontables entregas.

S., abril 013

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