De fraga a fraga y tiro porque me toca

 
Imágenes de Juan
Amanecía un sábado Nómada más. Me tenía tranquila la ruta puesto que en esta ocasión sería por los perímetros de "casa" como quien dice, porque ya la habíamos hecho y sobre todo porque no había podido revisarla, así que me dije que en caso de perdernos sería cuestión de volver a encontrarnos en el buen camino fácilmente. La ruta sería lineal así que cinco quedamos en el punto de llegada con los coches para enfilar en uno hacia el punto de salida, dónde quedamos con el resto.
Día hermosísimo frío y soleado. Ignoré al cansancio que me ocupa ultimamente para sonreirle a la mañana y a la jornada que teníamos por delante. Se nos unía una de las Nómadas primigenias y venía con ella una prima así que en esta ocasión seríamos nueve, ¡buen número!

Trás tomarnos algo caliente empezamos a caminar. Enseguida nos adentramos en el contacto con la naturaleza en una mañana fría dónde nos recibió la fraga recién nacida al nuevo día, todavía con restos de escarcha que no llegaba a hielo y con verdes predominantes sobre un fondo de tierra. Nos esperaba una subida digna, preciosa, dónde el agua es presencia y los molinos nos hablan de un estilo de vida que alguna que otra vez he añorado o lamentado no haber pertenecido a una época en la que las cosas se hacían de otra manera que siempre he intuido más acorde con mis propias maneras.

Como anochece tan rápido había eliminado un tramo aéreo bastante largo, incluso tenía en mente si veía que aún así el tiempo no fuese suficiente para llegar de día, atajar por una parte que no pertenecía a esa ruta sino a otra que hicimos en el verano, cuando atravesamos playas para encanar el camino monte arriba; lo bueno que tiene pertenecer y vivir en una zona en concreto es que hay unas cuantas alternativas posibles y más también. El caso es que ya de buena mañana mis planes fueron cambiando porque ¿cómo íbamos a privar a nuestro "Charlie" particular de la vista y degustación de una hermosa cascada estando tan cerca de ella y sólo porque los demás ya la conocíamos?, así que todas sus angelitos votamos que seguíamos para mostrársela y quien se calló es porque otorgaba.  La fraga nos ofreció abundancia de pozas que a pesar de la estación invitaban a meterse en ellas, tan limpias y cristalinas, y tan llenas de agua, ninguno aceptó la invitación al baño, sí quisimos honrar a la fraga admirándolas y agradeciendo el regalo.

Eso implicaba cambios en la ruta, cambios con los que ni yo misma contaba, ¡pero estaba tan hermosa la fraga!, nos acogió tan bien y tan generosa, tan diciéndonos: ¡Eh, mira esto, sigue por aquí, mira que bonito este paso, mira que aventura os ofrezco!..... Así que seguimos por el camino largo, ya pensaría al llegar arriba qué hacíamos y hacia dónde enfilábamos. Pues vino a ser que no tuve ni que plantearme qué hacíamos porque encontramos un camino bastante abierto monte arriba que tenía toda la pinta de atajo hacia dónde tenía pensado ir al principio, y todo ello evitando ese tramo largo que tenía descartado desde que acordamos hacer esta ruta. El camino nos llevó al sitio justo dónde encanaríamos de nuevo con el plan original.

Caminamos entre hojas alfombrando nuestros pasos y entre rayos de sol colándose entre la arboleda ofreciéndonos contraluces maravillosos. El camino olía a tierra y las conversaciones decoraban los silencios. Pronto llegamos a un lugar abierto en el que lucía un sol maravilloso y dónde nos detuvimos a comer, aunque era temprano sabíamos que cenaríamos temprano también así que ocupamos dos mesas de madera en las que fuimos depositando nuestras viandas, desde crema de verduras a caldos calentitos, bocatas de todo tipo, bica deliciosa y chocolates variados, si es queeeee....., ¡así no hay quien pueda!

Seguimos camino caminito abandonando la fraga para adentrarnos en monte abierto con derecho a vistas estupendas. Trás un buen ascenso enfilamos rumbo que llegados a cierto punto "me dejó sin rumbo" pues ante un cruce nuevo me quedé algo noqueada pensando: "Es lo que tiene no revisar las rutas", hacía por lo menos tres años que no hacía ese tramo. Así que enfilamos hacia nuestro destino, que ese sí que lo tenía bien claro, por una parte del monte que quedaba bastante más abajo, cosa que le alegraba a alguna que otra Nómada y que seguro que alegró también a alguno de nuestros chicos. Finalmente fuimos a dar por un camino antiguo de tierra que nos ofreció más alegrías que caminar por pista, aunque teníamos a nuestra izquierda más cerca de lo que hubiésemos querido el rumor del paso de los coches por el corredor.

Para mí fue una experiencia grata ya que he recorrido una y mil veces ese camino en otra época de mi vida, tan lejana que ya no me parece mía, los recuerdos asomaban en cada recodo, en cada paso que daba pareciéndome escuchar risas que regresaban de otros tiempos, y en silencios que me transportaban sin añoranzas y sin melancolías a un tiempo en el que las creencias eran otras, no sé si más adecuadas o si tan ingenuas que el mismo camino fue el que me rescató para volver a recrearme en ellas al paso.

Y por fin encanamos con el tramo final, ya habíamos llegado a una nueva fraga que en algún momento de la historia siempre fue la misma. Descenso bonito dónde los haya aunque también dificultoso, bajada que "obliga" a poner atención y éste día en concreto el terreno se presentaba muy resbaladizo.

Una vez atravesado caminamos el tramo final con descanso y alegría, caminito hermoso llano anunciando lusco fusco demorado, llegaríamos más que a tiempo sin tener que utilizar frontales hasta la hermosa iglesia dónde esperaba por nueve personas el único coche que quedó allí, jajajajaja..... ¿Y cómo íbamos a resolver el asunto? -Tranquilos meniñ@s, que la mamma lo tiene todo calculado- (ya ya ya...., jejejeje).....

Todavía tendríamos que esperar un poco para salir del recinto de la iglesia, resulta que llegamos en el preciso momento en el que salía un difunto que llevaban al cementerio a la antigua usanza, haciendo el tramo desde la iglesia pueblo abajo hasta la carretera. Debió ser buena gente el hombre porque llevaba un séquito numeroso de vecinos acompañándole en la última despedida.

Poco más abajo había bar y allí sería dónde esperarían los Nómadas mientras los conductores se desplazaban en un coche a recoger los otros dos. La cena estaba encargada para las siete en un lugar que quedaba más abajo del bar dónde esperaba la tropa, y una invitada muy especial con derecho a papatoria y exenta de pateada los recogería puesto que sólo esperarían cuatro, a las otras dos las llevamos los conductores hacia el pueblo puesto que no se quedaban a cenar. ¡Ay!, ¡me encanta que las cosas salgan bien aunque aparentemente pinten mal!

Cena íntima, no puedo decir que cálida para mí, ¡estaba helada de frío!, la calidez provenía de la compañía a pesar de que corporalmente no conseguía entrar en calor. Lo que tiene reunirse en una zona que conoces bien porque viene siendo la tierra de tu padre y de tu madre trae cola ante los amigos si uno de los progenitores acude a cenar. Acabaron enterándose de los pormenores de mi nacimiento en casa de mi abuela y de ciertas cosas ocurridas durante mis primeros años en este mundo hermoso y también cruel, y ya sé que tengo vacile para rato por parte del fotógrafo oficial, que sacará el tema cuando menos me lo espere en algún tramo de futuros caminos.

Hermosa velada con una inmejorable compañía. La amistad es algo grande y dónde hay afecto y cariño no convive el desamor, ni el cansancio, no hay palabra inconveniente aunque se diga, ni conversación o silencios que no cundan. Nos reimos mucho dando por finalizada una jornada que volverá a tener continuidad en muchas jornadas más.

Que no nos falten los caminos, querid@s, ni todas las bondades que nos aportan. En esta ocasión de un camino conocido hemos conseguido hacer una ruta completamente nueva, un poquito de aquí, un poquito de allá, acompañando la confianza ya no sólo de caminar con tranquilidad por una zona conocida sino porque los que juntos caminan juntos se arriesgan a perderse para volverse a encontrar.

Con afecto,

S., diciembre 013


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