Respuestas Nómadas

Jornada verdaderamente memorable la de este sábado de nueva salida Nómada, porque más que hacernos preguntas nos sentimos siendo respuestas que caminan, al menos yo así lo siento pues es el mismo acto de compartir pasos que van más allá del camino el que siento que nos define.

Éramos seis, un buen número que podría abarcar más y que podría también admitir menos, así que sentí la energía del seis con muy buen talante y con sentimiento de intimidades enriquecedoras ante una jornada que recién amanecía. Fuimos siete brevemente pues hubo un Nómada que hizo acto de presencia en el punto de encuentro con intención de saludar y de desearle un buen día al colectivo pues recién salía de un horario laboral nocturno y no nos podría acompañar; verle sentado al llegar fue algo que me agradó mucho pues me conciencia en la valorización a las consideraciones mutuas contempladas como una virtud que nutre las relaciones. Saludos varios y trás una breve conversación éramos cuatro los que enfilábamos hacia la Cañiza, dónde recogeríamos en la gasolinera a uno de los ángeles Nómadas de este nuevo cuento. Otro diablillo en cuestión estaría esperando en el punto de inicio de la marcha. Y digo diablillo porque los chicos Nómadas hoy estuvieron especialmente traviesos. Debe ser la confianza y eso de permitirnos además de estar, ser.

 
Hoy nos faltaría una parte bien importante y cotidiana, la parte fotográfica. Se dió la circunstancia de que los que disponen de cámara y normalmente la llevan no asistirían al encuentro, y que un fotógrafo de los asistentes tenía estropeada su cámara, y otro de los asistentes precisamente hoy sintió con más importancia el hecho de ir simplemente a disfrutar del día y del ambiente Nómada sin sentirse en la obligación de hacer fotos sólo porque "suele" llevar la cámara (¡bien hecho!). Así que estábamos disponibles dos fotógrafas sin cámara digna y con móvil que lo intenta; yo de mí no me fiaba mucho, tengo móvil nuevo desde hace unos días, no lo manejo con confianza todavía así que me dije que se haría lo que se podría, y lo que se ha podido ya lo véis, poca nitidez, menos calidad, pero digo yo que para nitidez y calidad, la nuestra. Sin embargo nuestra otra reportera dicharachera parecía sacarle buen provecho a la óptica que se le presentaba ante la particular mirada, siento curiosidad por ver sus composiciones fotográficas...
Confío tanto en el buen hacer de Charlie, nuestro guía, siendo las chicas Nómadas sus ángeles especiales, que si me preguntan a dónde voy diría que no tengo ni idea y que tampoco quiero tenerla. Estoy en un momento vital en el que me abandono totalmente y en confianza a las personas con las que voy y que vienen conmigo, sabiendo éstas de las circunstancias nuevas que me ocupan, mostrándose mucho más que condescendientes conmigo, solidarios e incluso permisivos hasta puntos que rozo la sensación de verguenza porque siento que abuso aunque no es esa la intención. Sé que de la Cañiza íbamos rumbo a Cortegada, y de ahí Arnoia, y ya vería yo in situ si había caminado por allí, que seguramente, y es que, como díria mi hijo mayor, debe de tratarse de memorias selectivas porque a pesar de haber caminado innumerables rutas tengo la sensación de que no sé nada y de que no me acuerdo de ninguna, todo es nuevo y que bien que así sea. Mis memorias ahora son distintas, con matices nuevos que no es que no supiera o incluso conociera de antes, sino que lo experimento diferente, con otros ritmos, y es que ahora mismo no cambiaría el nuevo rol que estoy asumiendo en el grupo, en una línea más socio-emocional que directiva, o las carcajadas que sobrevendrían compartiendo los preciosos momentos, por explorar, revisar, controlar, dirigir, planificar, estructurar, o regir una ruta tan siquiera, prefiero dedicarme a disfrutar del talante y del compartir de cada uno de los Nómadas, sentirlo y corresponder en consecuencia.
Llegamos un pelín tarde y nos encontramos al quinto elemento ya esperando, y es que Óscar-Charlie se dedicó antes de salir de Vigo a pulir unos rayazos que tenía en el lateral de mi coche con una esponjita mágica, y verdaderamente lo era porque le quedó que ni recién pintado, mi coche lucía nuevo. Al sexto elemento lo encontramos llegados a Nuestra Señora do Val, cuyo precioso nombre ofrece al visitante un templo verdaderamente curioso, emanando energías tranquilas y también alguna que otra energía esotérica.

Los Nómadas, familia de afectos adultos que en armonía caminan. Suele acompañarnos la lluvia, ¡hasta en verano!, y en verano también tenemos días en los que el sol aplasta denso y quema. Afortunadamente el capitán tuvo en cuenta las sombras, las cercanías al precioso líquido, el río, ¡las! posibilidades de baño, sin que evidentemente sepamos perfectamente que existen los tramos expuestos a un calor cansino, al sudor, al apoyo y a las comprensiones grupales, incluso a la queja, con la aceptación hasta del pensamiento de: "¿Pero qué hago yo aquí?" Pues algo hacemos, si.

Fue delicioso sentarnos a la sombra, bajo los árboles, con piedras amables ofreciendo el cómodo asiento. ¿Qué hora debía ser, rondando las doce?, nuestro repostero, que no se libró de la bronca por llevar tantísimo peso en la mochila, nos obsequió con una tarta de santiago rociada generosamente de almendras, la textura más rica que yo probé. Y el tío chulito por encima nos saca de una neverita con su bloque de hielo y todo chupitos de licor café, ¡todo frío oiga!, hasta ahí le llega el glamour y el encanto; -pero no te pases meu, un acto de generosidad también debe saber sus límites y te agradecemos "una mochila tan llena" de tentaciones lindas y también de cosas necesarias, pero hasta en la generosidad debemos saber elegir lo imprescindible. Así que para la próxima queremos sopesar esa mochila, a ver si lleva un peso adecuado, o tarta o elixir, aunque bien pensado..., ¡tu repostería ya es un elixir!-
Fue inevitable tocar el agua y asomar la alegría ¡Baño por favor! Tras un descenso maravilloso protegidos por arboleda fresca, a pesar de que empezaríamos a convivir con las tropas de los villanos mosquitos, sumergirse en el río fue catalizador, mágico de tan acogedor e invitador a permanecer eteeerrrnamente en sus aguas. Incitador a la risa, al canto, al grito alegre que bendice tanta bondad natural, tanto bienestar gratuito, entendiendo que gratuito lleva el precio de un corresponder a lo ofrecido con el mismo talante con el que es recibida la dádiva. ¡Tan lindos momentos los movimientos grupales que se armonizan mutuamente en un aquí y ahora presente y consecuente!
Seguimos una hora más con la intención de asentarnos en un punto que el guía ya tenía elegido, rondarían las tres o más, estaba siendo éste uno de esos días en los que una pateada sencilla y corta estaba cundiendo perfecta, demorado el tiempo, amalgamando recetas lentas que no estaban exentas de ninguna de las maneras de movimiento, se podría decir que estaba siendo un día feliz y tranquilo, que retozaba en lo fresco y "exhudaba" lo bochornoso caminando en ello, trascendiéndolo, porque el siguiente paso era una sorpresa abierta como abierto era el espíritu de los caminantes amigos.
Y antes de comer, todos deseosos de una parada bien merecida en la que no faltase el baño..., ¡Lo nunca visto!, ¡esto es histórico!, ¡los chicos Nómadas todos en el agua! Maravillosa convivencia acuática del grupo dónde la alegría era una expresión espontánea, unida, zambullidos en el disfrute, en la confianza, en las risas, en las carcajadas, en la distensión, en la calma, en los chorros del agua que golpeaban nuestros hombros, espaldas, costillas, nalgas; agua fresca y cálida que envuelve, que invita a no salir del agua, a ser agua, a ser líquido, fluidez y soltura en la experiencia con el corazón abierto; brazos que se expanden, una voz que expresa un grito Nómada dando las gracias, seis silencios dando las gracias interiormente. Indescriptibles los momentos absolutos, no hay palabras...
Comida relajada y sobremesa de charlas tranquilas, de aportaciones individuales a un bien grupal, de ofrecimientos logísticos nuevos..., perezosos de continuar camino sabiendo que fuera de la protección del agua y de las sombras nos esperaba un sol de rigor, pero como todavía no hemos dado con la formulita de la teletransportación nos mentalizamos y levantamos los culos de los generosos asientos pétreos para continuar camino. No quedaba mucho para finalizar la ruta pero no sé cómo nos las arreglamos para fluir tan sincronizados con natura en un día en el que caminar al sol podría considerarse de locos, el caso es que no nos iba nada mal y el tiempo era cómplice, grato y colaborativo.

En el momento de más calor y más sudores se nos ofreció generosísima una fuente con lavadero incluído en el que descansaríamos un buen rato. Hacía tiempo que no bebía un agua tan rica, golosa, como si el estómago no tuviese fondo pues admitía el delicioso líquido como si bebiese vida. Aún remolonaríamos sin prisas antes de iniciar el ascenso que nos llevaría hasta los coches. Último tramo de caminantes sudorosos y estoicos que tan pronto llegaron a su destino todavía encontrarían el momento para tumbarse en el césped y para asearse en la fuente, para un toque de tacto a un pie dolorido y para orientar a dos caminantes perdidos que hicieron lo contrario a lo que hicimos nosotros, desviarse del camino por encontrarlo "cerrado" con árboles talados (aquí es dónde reside la importancia de ir a revisar una ruta antes de ofrecerla a un grupo, ¡bravo por el guía!), y por lo tanto los pobres pasaron una jornada penosa aplastados literalmente por el sol; sólo querían regresar al coche y ya ni les importaba terminar la ruta.
Bajamos hacia el único bar del pueblo, con su terraza agradable y que tan buenos recuerdos me trajo al pensamiento, la última vez que allí estuve nos juntamos una buena tropa de Eivadinhos-Calcorreir@s trás una pateada que se asemejó mucho a la que hoy hicimos con la salvedad de algún que otro tramo diferente, dos vivencias magníficas en la misma ruta y en días diferentes. Teníamos pensado parar a cenar en Salceda pero nos dieron las nueve de la tarde y decidimos picar allí mismo lo que fuese, que vino siendo una tabla de quesos y embutido y una gran tortilla que pedimos jugosa pero se ve que la noción de jugoso no es igual para todo el mundo, aunque estaba recién hecha y rica al paladar.
Yo no sé cuánto tiempo estuvimos allí tan a gusto todos, agradecidos a la brisa nocturna, a la compañía, a los buenos momentos, hasta que las caritas, sobre todo las de algunas, ya estaban pidiendo sueño, horizontalidad y reposo al caminante guerrero. Sé que me dormí en el trayecto hacia Vigo y que dos de los chicos Nómadas se ofrecieron muy caballeros y amorosos a llevarme a casa, uno conduciendo mi coche y el otro detrás para el regreso...- ¡Todavía no me ha llegado ese momento, queridos, y espero que no me llegue!, pero son esos gestos los que me hacen estimaros, valoraros y quereros, gracias- Así que me vine tranquilita para casa escuchando música y una vez llegada al nido me asombré al ver la hora, la una y diez de la madrugada, ¿tanto cundió la jornada?, ¡maravilla!
Acordamos hacer para agosto Mondariz, un clásico Nómada que este último verano tuvimos que posponer porque llovía a chuzos, esperemos que en esta ocasión podamos disfrutar de las sombras y de los baños que nos ofrece un entorno que nunca aburre ni defrauda.

Agradecida a una reunión que salida a salida se supera. 

Un abrazo de agua viva y de sombra fresca.


S., julio 014










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