Septiembre Nómada a orillas del Lérez-Almofrei


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(Fotos de Bernardo)

Vaya vueltas y revueltas nocturnas que dí totalmente perdida por la parte nueva de Pontevedra tras una cena amiga en un día de pateada precioso... Como casi todo es cuestión de actitud me lo tomé con humor y me dije: Ala guapa!, seguimos de aventura! Y es que pasé de largo el desvío que enlazaba con la autovía,y aunque sabía perfectamente que debía tomar ese desvío, por alguna extraña razón el despiste hizo acto de presencia, y ya puesta me dejé llevar y enfilé hacia Pontevedra centro. En fin!, un colofón nocturno aventurero a un día repleto de caminares soleados, de aventuras tranquilas y relajadas por los ríos Lérez y Almofrei, ruta que no por conocida o cercana es menos entrañable, dadora y generosa.


Nos juntábamos 13 caminantes en las inmediaciones del Puente de los Tirantes más un Nómada bien importante que se nos uniría en las pozas del Almofrei porque es un chico muy ocupado en estos menesteres del camino y durante la mañana se dedicó al puesto de avituallamiento en una pateada de Xistra; tuvimos pensamientos y buenas proyecciones para los compañeros ausentes y recibimos a l@s que se estrenaban en Nómadas con los mismos deseos; nos alegramos por la presencia de l@s esporádic@s, siempre bien recibid@s,  y con este talante empezó nuestro camino. No sólo repetíamos ruta sino también guía, la cual días antes nos transmitía su preocupación por la falta de buen tiempo..., pero cuando nos ha detenido el tiempo o cuando nos ha impedido disfrutar del recorrido y de la compañía?... Finalmente el sábado emergió en un amanecer precioso en el que el sol nos acompañaría, en esta ocasión la lluvia amiga nos dió una tregua y el frío sólo se reservaría para unas aguas cristalinas y frescas que nos aportarían un sentir vivificado, con lo cual no hay queja y tod@s bien content@s.

No tardamos mucho en tomar sendero recogido con el Lérez a nuestra derecha siempre custodiando y regalando diferentes vistas, puentes, la vida en un sábado por la mañana a orillas del río en plena ciudad, bien haciendo gimnasia, navegando en canoas o buscando silencios que hablan de susurros arbóreos, de cantos de pájaros, de sonidos acuáticos y de pasos haciendo camino.

Poco a poco la tropa avanzaba, un@s charlando, otr@s apaciguadas las voces. Nuestra enlazadora de caminos nos recordó la atención a la pisada pues días antes y en ese entorno un compañero senderista tuvo que ser "rescatado" por los bomberos pues tuvo una desafortunada caída que le lesionó un pie, afortunadamente tuve ocasión de hablar con él y a pesar del despliegue de ambulancias y demás autoridades, la lesión aunque importante no reviste de gravedad.

Un@s más silencios@s que otr@s cada quien disfrutó de las agradables sombras, de los senderos amigos, de las subidas sin apenas desnivel, de una ruta veraniega a finales de septiembre. Estábamos deseando llegar a un punto muy concreto dónde unas poldras maravillosas nos jugaron en cierta ocasión más de muchas risas y momentos divertidos en pleno invierno con crecida del río... En esta ocasión el paso fue amable y fácil, invitando a pisar con confianza un paso ancestro que atraviesa el río.

Y seguimos camino caminito generoso en sinfonías de aguas entre rápidas y mansas, así hasta llegar a las preciosas pozas del río Almofrei. Antes como no, encontramos bar en el medio del camino y para Nómadas es de rigor hacer parada sí o sí. Una Nómada generosa trajo viandas para compartir así que volvimos a desayunar a la hora del vermouth; también tuvimos la oportunidad de leer la carta de sugerencias culinarias y decidimos reservar mesa para el final de la pateada, todo de un tirón, bien que nos cundió la parada, entre risas y comentarios de "quien nos ha visto y quien nos ve!" de tanto talante relajado, como intuyendo que una vez más, como cada verano, acabaríamos el recorrido a trote cochinero de tanto relax como proyectamos. Si, seguimos siendo senderistas, pero para qué está un día de buen tiempo sino para disfrutarlo demorado, tranquilito, relajado..., para patear ligero y con frío ya tenemos al invierno, que ahí sí que sí conviene estar más atent@s que relajad@s, el camino es lo que tiene, nos ofrece precisamente eso, lo que tiene, y así es bueno recibirlo...

En las pozas ya nos estaba esperando nuestro querido Charlie, que ya se había bañado y se estaba dedicando a tomar baños de sol para cuando llegamos. Baño refrescante, frío y vivificante antes de comer, una comida por cierto agradable, tranquila y agradecida mientras el sol bañaba algo más que nuestros cuerpos, esos rayos se colaban en el alma también, y dibujaba sonrisas que se codeaban con las distintas conversaciones. Todavía nos bañaríamos en la sobremesa, como despidiendo con rigor tremendo privilegio, un grupo de personas sin más gente que nosotr@s mism@s en un entorno privilegiado. Pero tocaba seguir, porque aunque caminemos sin prisa y con cierta pausa lo cierto es que la pateada debe llegar a su fin.

Así que seguimos sendero colando nuestra presencia caminante entre rumores de mosquitos, saludos a la fauna, admiración por los comederos para pájaros reciclados con cartones de vino y algún que otro baño en el medio, por eso de que las aguas, a pesar de frías, invitaban por doquier a sumergirnos.

Y poco a poco íbamos aproximándonos a la civilización, volviendo a hacer entrada en la ciudad de Pontevedra, tan afortunad@s sus habitantes por disponer tan cerca un entorno que ofrece muchas alternativas de ocio, calma y desconexión necesarios.

Subimos a los coches para enfilar hacia dónde cenaríamos, dónde recibimos un buen trato, todo rico rico, bueno, bonito y barato oigaaa!!! Cena que se coronó con sobremesa demorada en la que nos dió tiempo a todo, percibiendo el beneficio del día, la ocasión de comentarlo, de conocernos de otra manera alternativa a los pasos que hacemos en el camino, a profundizar en los vínculos ya instalados, a conocer mejor las inquietudes de las personas que llegan por primera vez.

Una vez me volví a encontrar Pontevedra adelante, mi viaje de vuelta fue tan tranquilo como tranquilo se desarrolló el día, al son de una música acompañante que poco a poco me iba llevando rumbo a mi hogar.

Y una más en nuestro haber!... Que no falten los caminos ni la buena compañía!

Muchas gracias a nuestra guía, que generosa nos preparó otra ruta cuidada y esmerada. Muchas gracias a todas y a todos que con buen talante estáis dispuest@s a poner en Nómadas su confianza.

Hasta la próxima, amig@s!

S., septiembre 015







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