Una para Todas y Todas para Una


Al saber quienes acudiríamos se me ocurrió un título para la crónica: "Uno para Todas y Todas para Uno", pero nada más ver caracterizado a Charlie me quedó claro que hoy íbamos a ser más bien "Todas" (ironía carnavalesca) Fuimos cinco quienes acudimos a una jornada que prometía lluvias algo más que calladas, uno de esos días en los que la pereza también se presenta porque preferirías un día seco, pero en fin, ya sabemos que eso no es impedimento para salir al camino así que ésta que escribe llevó una bolsa a mayores con ropajes y complementos varios por si alguien dudaba de que hoy el camino agradecería el colorido que aporta el espíritu del carnaval, fiesta que más que ninguna invita a desinhibiciones varias muy saludables y necesarias, ¡y qué lujo! hacerlo en contacto directo con Natura, ahí dónde la naturalidad es esencia válida para quien gusta de caminar y de lo que aporta este particular movimiento en las circunstancias en las que lo hacemos.

Una ruta sencilla por tierras Porriñenses y de Salceda, con su parte de monte, de río y de aldea. Estuvimos acompañadas durante la mañana de una lluvia fina de esas que no pesa y que invita a prescindir del paraguas, a dejar sentir en la piel y en el rostro la suave caída del agua fresca, y a retratar momentos que pretenden captar pequeños instantes lo más fidedignamente posible aunque no acaben de reflejar del todo las experiencias sentidas y que tal vez unas veces más que otras, sí que consiguen reflejar un talante en el que la reunión es celebración prometiendo los buenos momentos, porque existe una predisposición que pone en marcha a diferentes disposiciones para que caminando se sientan haciendo camino, en este caso conjunto, compartido.
Una mañana agradable en la que el sonido de las voces vivifica los distintos ambientes; voces y risas cantarinas, y saltarinas, picaronas y muy acordes con los atrezzos; al mismo tiempo pausadas, reflexivas según los momentos, momentos para ironías varias y para chanzas pizpiretas, para las carcajadas y para las animadas conversas, para un ponerse al día, para los silencios... Momento cueva convertida en refugio en un día en el que los pasos no se detuvieron tanto y se demoraron cuando tuvieron que hacerlo y momento en el que la ligereza también fue presencia.
Se vive quizas diferente cuando sales al camino disfrazad@, puede que sea el componente que aporta la excepción, o la energía que surge ante el espíritu de una fiesta que provoca a trascender algo a través de la vestimenta, de la caracterización, del rol que se insinúa o manifiesta; hacerlo en el camino es un placer, te desinhibes, conectas y te comunicas de otra manera que también eres tú, y es a través de un disfraz como compartes partes de tí que durante estos días no se cuestionan (al menos no se cuestionan tanto), tal vez porque se abre la receptividad a un talante permisivo generalizado, dónde no entran ni juicios ni prejuicios porque prevalece el derecho a una expresión que en estos días se contempla con tanta naturalidad como  natural debiera ser los 365 días del año. Y no se cuestionan porque el carnaval es una reinvidicación, una protesta "lícita", una expresión de la libertad. Si por encima se desenvuelve en el camino, algo que a algun@s nos aporta satisfacción y alegría, pues bienvenido sea. Así que de esta guisa caminábamos, sin esperar ni poco ni mucho, tan sólo viviendo y disfrutando de la energía que cada una aportábamos al día y al momento.
Quiso el camino, la organización y una buena vecina del lugar que comiésemos "No Furancho da Fina", espacio que nos recibe con la bienvenida y con la tolerancia. Comimos nuestras viandas y probamos una botella de "viño da casa" y de empanada de grelos en una mesa en la que no faltó de nada en cuanto a amabilidad y acogida. Y quiso la picaresca auto invitarse a la fiesta así que acabamos haciendo nuestra propia versión del día de los enamorados con conversaciones que tenían a la parejita que estaba en la mesa próxima con la oreja puesta, jajajajajajaja...

De esta chanza posamos para una foto que anunciaba despedida para volver al camino. Llovía con una cierta fuerza creciente, algo que ya sabíamos que podría ocurrir; ya no caía tenue sino insistentemente presente así que aligeramos paso para llegar a los coches sin prescindir de detenernos en esas pausas que no roban minutos sino que alientan la estima. Se nos dió por mantener la energía picarona que veníamos expresando y entre senderos y fincas confidenciamos entre nosotras, con la hierba, y con los árboles, con la lluvia y con la tierra.
Aligeramos el paso en los últimos tramos pues ya no nos hacía tanta gracia "tanta" insistencia de la lluvia cayendo con fuerza. Una vez en los coches y trás cambiarnos las vestimentas ya ni siendo caminantes ni personajes sino siendo las chicas y Charlie o viceversa, nos dirigimos hacia Salceda para reunirnos con dos afectos Nómadas que se unían a la merienda-cena, habíamos quedado en el centro y en el centro nos quedamos, rechazando las dos alternativas que teníamos para cenar en las afueras, para escoger quedarnos dónde estábamos, ya nos habíamos instalado y se estaba muy requetebién dado que la lluvia que nos acompañó toda la tarde nos dejó muy claro que no tenía intención de retirarse.
Se ve que ese espíritu coqueto y juguetón que mantuvo a las Nómadas haciendo pasos durante el día no quería dejar pasar la ocasión de seguir en la misma línea durante la noche así que volvimos a enzarzarnos en ese tipo de preguntas y respuestas que todo el mundo quiere pronunciar y que el carnaval favorece, aunque no podemos decir que desde nuestro colectivo no sea más bien norma que excepción (jejeje...), como abriendo puertas que durante unos días al año, a modo de chanza y picaresca, las personas traspasan para unirse en la broma, en un escenario en el que una obra colectiva se desarrolla y en la que cada una y cada uno tiene su papel.

No podría hablar mucho del camino en sí como actividad senderista hoy, y es que hoy las caminantes con sus ropajes y coloridos fueron presencia decorando los distintos ambientes que nos devolvieron desde un rol adoptado por un día un reencuentro con nuestra propia naturaleza, algo que siempre agradecemos.

Que no nos falte el camino ni el buen talante a la hora de compartirlo. Gracias por ser así, tal cual cómo sóis todos y cada uno de los días.


S., febrero 015


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