Lo bien caminado, qué sabor tan satisfecho deja!

Me conozco lo suficiente como para no dejar más allá de hoy una crónica que se escapa en el verbo aunque permanezca en la estima; soy de palabra relacionada y asociada a la vivencia inmediata, pareciéndome que cuanto más lo demore menos palabras encontraré que resulten mínimamente evocadoras, y es que este mismo momento es tan valioso que ya me cuesta detenerme un instante en conservar algo que ya le ha dado relevo a la siguiente vivencia. Eso no quita que una vez que me detengo aquí quiero que sea desde lo mejor de mí, sintiendo como todavía fluyen por dentro las diferentes e insustituibles sensaciones que me aportaron una entrega, la de una naturaleza viva, cuando todavía respiro el aire de las maravillosas alturas, y de perderme para encontrarlo todo, a veces en tan sólo un suspiro entrecortado...

Cronificar desde el primer momento en el que nos reunimos me resulta tedioso hoy, prefiero quedarme con un estacionamiento de vehículos mientras contemplábamos el primer ascenso; me reconfortaba saber muy bien dónde me encontraba, abierta a las delicias que me entregaría un amado reencuentro, agradecida a la oportunidad que brinda generosamente un buen guía; contemplar la primera cuesta que de entrada se presentaba espléndida, ofrecida en las alturas. Montaña, montañas adyacentes y redondas, acogedoras. Respiré el ambiente que este día aportábamos l@s caminantes Nómadas, un talante entre pacífico y estoico que lucía muy buena mezcla.

La ocasión regaló vaquitas que asomaron instantáneas, parte de un decorado maravilloso, inesperado a pesar de saber que podría ser posible; vaquitas ornamentadas con un poderío que no desprecia la armonía de sus caras, de sus ojos, de sus preciosos morritos, de sus singularidades y de esas impresionantes cornamentas. Permisivas con l@s caminantes se dejaron hacer casi de todo, tolerando la algarabía que a nosotr@s se nos antoja silencio, pareciéndonos que no molestamos... Ellas, como digo, toleraron a estas cosas raras que somos y a las que están cada vez más acostumbradas, pero tan diferentes a la vida que ellas respiran!
Fue una sonrisa permanente agradecida por cada aliento de vida, la nuestra; fue el brillo en el brío y en las miradas, en el esfuerzo bien acogido, en la vivencia que se sucede acompañada de rayos de sol bien presentes; fue el brillo en las poses humildes ante natura, en los caminares, en las miradas a la belleza de la vida en determinadas circunstancias, fue disfrutar por doquier de los bellos y verdes momentos exudando olor a tierra, fue el anuncio que hoy se mantiene, el de la primavera florida que anuncia blancos que destacan sobre el resto de coloridos bellos.
Repetimos la fuerza de ser grandes siendo briznas de hierba rendidas a la majestuosidad y rotundidad del silencio a casi mil metros de altura. Repetimos pasos conocidos que se presentaron alegres, risueños, coloridos, terrosos, soleados. Delante, detrás, a mi lado, caminantes que como yo aman lo que reciben y entregan lo que son, saboreando los distintos jugos de los pasos compartidos en el camino. 
Bendiciones!!!

S., marzo 013










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