El disfrute de un día caminante pacífico

Día fantástico a cinco bandas en el camino. Estamos en fases en las que la amistad prevalece, tenemos a uno de nuestros incondicionales lesionado y estamos escogiendo rutas sencillas y preferiblemente sin mucho desnivel, así que se presentaba una jornada tranquila y favorecedora de otras actividades paralelas, como retomar algo con lo que nació Nómadas, la oportunidad de crear espacios respiratorios, contacto con la naturaleza a través de la parada y el silencio, algún que otro ejercicio en el medio del camino y por supuesto terminar sí o sí con estiramientos.

El guía en esta ocasión fue Óscar, ofreciéndonos una ruta que un compañero de Caminhantes ayudó a marcar por ser gran conocedor de la zona y por ser vecino del lugar, Saians. Como la ruta en concreto era muy larga para nuestros planes de solidaridad y mantenimiento en el grupo de nuestro amigo, con algún que otro tramo de asfalto y descensos que no le convienen, elegimos hacer la parte más corta y más bonita, entre rural, monte y unas vistas espectaculares. Dejamos un coche en el Monte Cepudo y volvimos para empezar el recorrido en Saians.

El día prometía lindo y soleado, ni demasiado caluroso ni con nubes cerradas a la vista. El ambiente era de plena confianza y amistoso, favorecedor de las conversaciones abiertas y expuestas, manteniéndonos compactos en el trayecto, disfrutando de los espacios abiertos y de unas vistas al mar que expandían algo más que la visión. Pronto hicimos la primera parada en la que practicar una serie de estiramientos que estoy ideando para un proyecto laboral que tengo en mente en el que incluir apoyos, en este caso unos penedos que me servirían para comprobar in situ la utilidad del ejercicio. La verdad es que es un lujo encontrar y favorecer los espacios al aire libre y en plena naturaleza para esta clase de ejercicios, nos divertimos mucho mientras que a la par tuvimos el placer de sentir los beneficios de la práctica.

No nos faltó la compañía inquieta y territorial de dos hermosísimos lagartos grandotes vestidos de verdes intensos y brillantes, una pareja; el macho nos dejó bien claro que estábamos en sus dominios desde su escondrijo que quería que fuese bien visible para nosotros mientras nos sacaba la lengua.

Seguimos caminito hasta dar con una zona de mesas y sombras que no restaban intimidad a pesar de que el lugar se hallaba bastante poblado de personas que habían decidido pasar el sábado entre amigos o entre familia, y allí es dónde decidimos parar a comer y hacer una sobremesa relajada. El día estaba resultando fluido y armonioso, en nuestros semblantes se reflejaba el contento, la placidez, el trato familiar y afectivo, las conversaciones de confianza, los vínculos sellándose alegres, el buen humor y las risas ligeras, en fin..., que lo único que faltaba allí era un bar, bar que por supuesto encontramos en Chá de Vito, en el que confraternizamos y nos mezclamos con los lugareños que estaban en plena partida de cartas o de charla en la terraza del bar.

Seguimos nuestro camino vía Monte Cepudo entre aromas a flores, entre tonalidades amarillas en los toxos, entre polvareda y olor a madera y sin abandonarnos la apertura a un mar espléndido con vistas a Bayona, Toraya, Las Cíes, impresionante océano en un día claro que nos regalaba cercanía desde las alturas en las que nos encontrábamos.

Llegada a Monte Cepudo y estiramientos finales que nos dejaron un estado plácido y la sensación de un cuerpo agradecido. Parada en la terraza del restaurante para tomarnos líquidos reparadores y saciantes y decisión de ir a picotear algo a Patos, en donde disfrutamos de los últimos rayos de sol de un día espléndido zampándonos unos calamares riquísimos, una tortilla, unas croquetas de verduritas y un revuelto de ortigas con anchoas en el que todo eran anchoas y que resultó fuertísimo para los estómagos.

Despedida de los Nómadas al albor de una noche de luna llena, agradecidos de que sigan sin faltarnos los bellos y prolíficos caminos en donde expandir ondas y esencias que aligeran al propio camino y que concentran experiencias vivas.

Que nos cunda, amiguiñ@s.

Con afecto,

S., mayo 013

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